Una misión científica se dirige a la EEI

VUELO. La nave tripulada rusa Soyuz MS-05 despega con los miembros de la expedición 52-53.
VUELO. La nave tripulada rusa Soyuz MS-05 despega con los miembros de la expedición 52-53.

BAIKONUR, EFE

Una nueva misión a la Estación Espacial Internacional (EEI) despegó ayer desde el cosmódromo de Baikonur (Kazajistán) a bordo de la nave rusa Soyuz MS-05, que por segunda vez desde su estreno completará la travesía en apenas unas seis horas.

El despegue se produjo desde la legendaria rampa Nº1 del cosmódromo, la misma desde la que partió hace 56 años Yuri Gagarin, el primer hombre en volar al espacio.

«La nave espacial se ha separado de la tercera fase del cohete portador Soyuz FG», se anunció por el altavoz del cosmódromo tras el despegue al que acudió EFE. El jefe de la agencia espacial rusa Roscosmos, Ígor Komarov, señaló poco después que «todos los sistemas de la nave -baterías solares, antenas- funcionan con normalidad».

A bordo vuelan el cosmonauta ruso Serguéi Riazanski, el estadounidense Randolph Bresnik, y el italiano Paolo Nespoli, de la Agencia Espacial Europea, todos ellos con experiencia en vuelos espaciales.

Será la segunda vez que una Soyuz MS, la quinta de su serie, se enganche a la EEI según un esquema de vuelo abreviado, ya que las tres anteriores lo hicieron tras dos días de vuelo autónomo, en el que se sometieron a pruebas los diversos sistemas de la nueva nave rusa.

Al llegar a la EEI, los tripulantes de la Soyuz, que permanecerán en la estación durante 139 días, serán recibidos por el cosmonauta ruso Fiódor Yurchijin y los estadounidenses Jack Fischer y Peggy Whitson.

Como es habitual, las Fuerzas Aeroespaciales de Rusia desplegaron en la zona varios aviones y helicópteros, con la misión de garantizar la seguridad del lanzamiento.

El programa ruso en la EEI incluye para esta expedición una salida al espacio exterior, que tendrá lugar el 17 agosto, dijo en vísperas del vuelo Riazanski, comandante de la expedición.

«Se trata de una actividad fundamentalmente científica. No haremos trabajos de reparación», dijo el cosmonauta, quien tiene a su haber tres «caminatas espaciales» y que en 2013 batió, con un registro de 8 horas y 7 minutos, el récord de permanencia en el espacio abierto.

Agregó que Yurchijin, su compañero de caminata, someterá a una serie de pruebas un nuevo modelo de la escafandra Orlán, dotada de un sistema automático de termorregulación.

En total, el programa científico de la expedición incluye un total de 300 de experimentos, medio centenar de los cuales serán realizados por los dos cosmonautas rusos.

Entre otras pruebas científicas, Rianzanski mencionó la del registro del umbral de tolerancia al dolor y al calor en condiciones de ingravidez. «Parte de los experimentos se centrarán en la investigación de los músculos y tendones. También está previsto el experimento Earthkam, que consiste en fotografiar en alta resolución la superficie de la tierra desde la EEI por petición de instituciones educativas», explicó.

Pero el experimento más importante «es el propio vuelo espacial», dijo el cosmonauta ruso, que llevará a bordo como talismán personal un gnomo tejido, elegido como tal por decisión familiar.

«Mi talismán en un gnomo. Randy (Bresnik) tiene un pequeño oso americano, y Paolo Nespoli lleva un pequeño ‘transformer’ italiano», apuntó el capitán de la misión

La EEI, un proyecto de más de 150.000 millones de dólares en el que participan 16 naciones, está integrada actualmente por 14 módulos permanentes y orbita a una velocidad de más de 27.000 kilómetros por hora a una distancia de 400 kilómetros de la Tierra.

La órbita del ingenio espacial tripulado es elevada periódicamente con ayuda de los propulsores de naves acopladas a ella, ya que pierde diariamente entre 100 y 150 metros de altura debido a la gravitación terrestre, la actividad solar y otros factores.