Entusiasmo y decisi mostraron cada uno de los caminantes que decidieron ascender al Pichincha, por el sector de Miraflores, en defensa de las laderas y del ecosistema de la ciudad.
Se trataba de un domingo diferente para los quites, la caminata constituyuna invitaci a un encuentro con la naturaleza. «te es un evento cico y deportivo», dijo Juan Neira gerente de la Empresa Metropolitana de Alcantarillado y Agua Potable (Emaap) presentando el programa.
Hombres, mujeres y nis concentrados unos en la plazoleta de Toctiuco y otros en el parque de la estatua de Miraflores desafiando el fr de la mana se tomaron las laderas del Pichincha.
El bosque se mostraba desafiante ante los ojos de los caminantes. Eran las 7h45 de la mana, los pasos de los caminantes en un inicio eran ligeros. Los gus de la (Emaap), la empresa organizadora, direccionaron a los caminantes ayudados con banderas de color banco y rojo.
Luz Mar Yumbay, de 48 as de edad decidiparticipar sola del ascenso. «La naturaleza tiene su espacio y hay que respetarlo», dice invitando a los jenes a vivir una verdadera vida alejados del alcohol y las drogas.
La mujer vest gorra de cuero; una peque maleta colgaba de su mano izquierda, en su mente so rondaba la idea de coronar la cumbre y lo logr
Durante el trayecto el olor a eucalipto parece filtrarse por los fosas nasales de los deportistas. Las pendientes ponen a prueba los mculos de las piernas, la respiraci se acelera.
Las primeras muestras de cansancio, despu de la primera media hora de camino, aparecen y se apoderan de quienes no tienen la condici fica adecuada.
«Ya no avanzo», le dijo Pablo a su padre, esperando unas palabras de aliento para poder seguir.
Una verdadera prueba de resistencia
El suelo se torna resbaladizo, las plantas de «nigua», abundan en todo el trayecto, los peques frutos de la planta entretienen a los caminantes.
Son las 8h00 de la mana el barrio, «Rosa de Los Andes», en lo alto de la monta da la bienvenida. La gente del sector se preparpara la caminata y ofrecieron naranjas y agua.
JosAlomoto con un poquito de «ma», se separdel grupo y tomado de la mano de su peque ni mostraba tener experiencia en la prueba. «Esto lo realizo tres veces a la semana», dijo.
El cronistas por la poca prtica en cambio parec darse por vencidos, una botella de agua de un samaritano que fue censurado por su esposa, le devolvilas energs para continuar.
Con esfuerzo todos llegan
Morcus Woliman, un suizo que participde la caminata a los tres mil 550 metros de altura parec sentir los efectos, «allla gente scamina, pero de manera independiente, no en grupos», dice emocionado de participar en favor de la naturaleza.
A Jorge Martez del Placer Alto de 35 as la aspiraci de llegar a la cumbre le manten en pie y aunque se quejaba que «sus pies no le responden», se aferraba al palo que llevaba en su mano derecha para impulsar los pasos.
Las antenas del la cima aparecn confundidas entre la espesa neblina, las personas se confundn entre el pajonal que se agita por la presi del viento. La cumbre esta pocos pasos m, un timo esfuerzo y tarea cumplida.
Se rindihomenaje a los caminantes
En la cima del Pichincha los personeros de la Emaap ofrecieron a los caminantes unas escarapelas por llegar a la meta.
La gente pudo disfrutar de la danza de un grupo folclico de la zona que en una muestra de coordinaci tejieron una cerveza con cintas.
En la explanada se colocaron varios kioscos con comida y bebidas. Los comerciantes hicieron su agosto. Marcelo Espinosa, director del programa de saneamiento ambiental agradecia la gente por participar y convoca la comunidad a cuidar las laderas y a vivir una vida sana.
– Mil 500 personas participaron de la segunda caminata.
SEGURIDAD
– 68 Gus comunitarios participaron del ascenso
– 12 sitios se abastecimiento de agua se colocaron en toda el trayecto.
Regimiento Quito
– 50 aspirantes a polics
– 30 clases
– 4 oficiales