
EL EMPALME
Cuatro meses después de que Karla Morocho Lucas, de 25 años de edad, murió tras hacerse una cirugía en la nariz (rinoplastia) su cuerpo volvió a ser desenterrado.
Esta vez su familia busca que se haga una profunda investigación por lo que exigieron a la Fiscalía que se tomen las muestras del cerebro y del corazón de ‘Karlita’, como le decían, para comprobar si hubo fallas al momento de la cirugía.
El procedimiento se desarrolló la mañana de ayer en el cementerio general. Allí el médico forense, Iván Salazar Tello, explicó que cumplían una orden de la Fiscalía con la finalidad de hacer nuevos estudios.
Detalles
Karla Morocho era considerada una joven alegre y divertida. Tras culminar sus estudios en un colegio de la localidad decidió estudiar en una Universidad de Quevedo, allí logró graduarse como Ingeniera en Ecoturismo.
Tras terminar la carrera lo primero que hizo fue buscar empleo con el objetivo de ayudar en su hogar. Poco tiempo después logró ingresar a laborar en el hospital del IESS (como chaleco rojo).
Martha Lucas recuerda que tras nueve meses de que su hija se encontraba laborando le dijo que había ahorrado lo necesario para realizarse una operación en su nariz.
Aunque esta idea no fue de su total agrado contó que decidió apoyarla y acompañarla a su primera cita con el cirujano que le iba a realizar la intervención.
La promesa era que la operación duraría una hora y después podía salir caminando a su casa lista para sus actividades cotidianas. El costo sería de 1.300 dólares.
Sin embargo, no fue así. ‘Doña Martha’ recuerda que el 7 de abril la operaron en una clínica de Quevedo y la esperó por el tiempo acordado pero al ver que no salía se empezó a inquietar. Minutos después, el doctor que la operó salió.
“Me dijo que la niña iba a tener un fuerte ronquido al respirar y que además la iba a ver temblando pero que eso era un efecto normal de la cirugía pero no fue así. Horas después se me puso grave y la fiebre que tenía superaba los 40 grados”, recuerda en medio del llanto.
Al ver este suceso, llamó al médico cirujano a su celular pero este le habría dicho que todo estaba bien y que ya se encontraba rumbo a Guayaquil. Desde entonces, asegura que no volvió a saber nada de él.
Desgracia
Ante la situación en la que se encontraba su hija tuvo que ser transferida al hospital del IESS en donde le habrían informado que la joven había sido descerebrada y que no podían hacer nada.
“Allí se me acabó el mundo”, dice la mujer. En ese momento en sus intentos por salvarle la vida llevó a su hija hasta Babahoyo en donde murió. Allá le reanalizaron la autopsia.
Desde aquel 8 de abril la vida para la familia Morocho-Lucas cambió rotundamente, pues Karla era hija única. Ahora la familia espera que se haga una “verdadera investigación”.
En medio del dolor señalan que han recibido tres visitas de parte de allegados del médico que operó a su hija con la finalidad de ofrecerles dinero. “La primera vez me dijeron que nos daban 5 mil dólares y en las últimas ocasiones nos han dicho que nosotros pongamos el precio, pero la vida de mi hija no tiene precio”
En la casa de los padres de Karla, ubicada en las calles Daule y Amazonas, del sector El Obelisco, una gran foto ella da la bienvenida. Allí lucen el vestido blanco con el que se graduó de la universidad, siendo ese el único recuerdo que les queda a sus padres. (MZA)