Juan Carlos Moya regresa con ‘El sueño del arcángel’, ganadora del Premio de Novela Ángel F. Rojas

AUTOR. Ha trabajado en prensa, radio y televisión. Obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Jorge Mantilla Ortega.
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AUTOR. Ha trabajado en prensa, radio y televisión. Obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Jorge Mantilla Ortega.
AUTOR. Ha trabajado en prensa, radio y televisión. Obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Jorge Mantilla Ortega.

Por Francis Veintimilla

Después de habernos introducido en el infierno de un bosque en su primera novela, ‘Caballos en la niebla’ (2014), el narrador y periodista latacungueño Juan Carlos Moya nos sumerge en el caos de la ciudad.

En ‘El sueño del arcángel’, obra galardonada con el Premio Nacional de Novela Ángel Felicísimo Rojas entregado por la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas a inicios de este mes, el autor conjuga el suspenso con ingredientes de terror. Sus personajes están atrapados en la soledad, el miedo y el deseo.

Hay un veneno que fluye por las cañerías de esta novela. Hay venganza, el desaparecimiento de una mujer, el deseo de un hombre anómalo.

Narración
‘El sueño del arcángel’ posee ingredientes de novela negra. Destaca en ella el trabajo de las atmósferas, la agilidad narrativa y un lenguaje cuidado y musical, las descripciones con una lupa cinematográfica, entre otros detalles que llevaron al jurado calificador -integrado por Kintto Lucas, María Paulina Briones y María Augusta Correa-, a conferirle el Premio Único en el certamen.

Gabriel, el arcángel, con una horrible deformidad en su cara, es un personaje memorable que ingresará seguramente en nuestras pesadillas.

EL DATO
‘El sueño del arcángel’ se publicará en 2020. Lo que llama profundamente la atención —y a lo cual los lectores de Moya estamos habituados— es la minuciosa y seductora construcción de sus personajes. En su primera novela, ‘Caballos en la niebla’ (editorial Planeta-Seix Barral), nos brindó un memorable guardabosques llamado Lucas Freire. En esta ocasión, nos presenta a Gabriel, un monstruo que desea y persigue a hurtadillas a una mujer.

Gabriel es de esos personajes que no quisiéramos conocer en la vida real. Es un ser abyecto, sin un solo gesto de inocencia o ternura. Sin embargo, su dignidad lo salva de un vecindario de seres sumidos en la mentira, el odio, la mezquindad y los prejuicios sociales.

Se trata de una novela inefable en el medio ecuatoriano; salida del expresionismo alemán y de una alucinación con matices góticos. Gracias a intensas dosis de suspenso, leemos a mitad de camino monólogos intensos donde el protagonista se aventura a dictar sentencias y sermones contra la humanidad, con el fuego del odio y el rencor.

Horror urbano
Ambientada en una estación de radio, el locutor Ovidio Montoya (otro personaje sugestivo) nos adentra en la historia con un tono de novela policial. Por momentos, la obra frisa el thriller erótico y seductores pasajes de simbología mística o astrológica.

La escritura de Moya construye atmósferas opresivas que intoxican la vida de los personajes, la ciudad y el bosque que la rodea, cargado de criaturas nocturnas, lo que hace de esta novela una pesadilla con un final inusitado. Si alguien la llevara al cine, no dudaría en apelar al género ‘gore’ y al ‘slasher’.

El escritor ha dicho de su literatura que tiene el eco y el horror de un Apocalipsis entre la ciudad y la montaña: “Los personajes de mis novelas a menudo están en busca de una redención. Es como si estuvieran ardiendo en un infierno personal y su único fin fuera hallar el cielo o el amor”.

La novela tiene como escenarios una cabina de radio (hogar de la música y el erotismo), el parque Guagüiltagua (donde ocurren varios crímenes y venganzas), el río Machángara (lugar de una tentativa de suicidio), una planta de procesamiento de agua (refugio de un anciano necrófilo), el cementerio de San Diego, una casa vieja en el Panecillo, un cine con telarañas en la Avenida 6 de Diciembre, los cerros que circundan el sur de la Quito, Toctiuco y la terraza de un edificio desde donde un muchacho salta al vacío.

[email protected]

Por Francis Veintimilla

Después de habernos introducido en el infierno de un bosque en su primera novela, ‘Caballos en la niebla’ (2014), el narrador y periodista latacungueño Juan Carlos Moya nos sumerge en el caos de la ciudad.

En ‘El sueño del arcángel’, obra galardonada con el Premio Nacional de Novela Ángel Felicísimo Rojas entregado por la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas a inicios de este mes, el autor conjuga el suspenso con ingredientes de terror. Sus personajes están atrapados en la soledad, el miedo y el deseo.

Hay un veneno que fluye por las cañerías de esta novela. Hay venganza, el desaparecimiento de una mujer, el deseo de un hombre anómalo.

Narración
‘El sueño del arcángel’ posee ingredientes de novela negra. Destaca en ella el trabajo de las atmósferas, la agilidad narrativa y un lenguaje cuidado y musical, las descripciones con una lupa cinematográfica, entre otros detalles que llevaron al jurado calificador -integrado por Kintto Lucas, María Paulina Briones y María Augusta Correa-, a conferirle el Premio Único en el certamen.

Gabriel, el arcángel, con una horrible deformidad en su cara, es un personaje memorable que ingresará seguramente en nuestras pesadillas.

EL DATO
‘El sueño del arcángel’ se publicará en 2020. Lo que llama profundamente la atención —y a lo cual los lectores de Moya estamos habituados— es la minuciosa y seductora construcción de sus personajes. En su primera novela, ‘Caballos en la niebla’ (editorial Planeta-Seix Barral), nos brindó un memorable guardabosques llamado Lucas Freire. En esta ocasión, nos presenta a Gabriel, un monstruo que desea y persigue a hurtadillas a una mujer.

Gabriel es de esos personajes que no quisiéramos conocer en la vida real. Es un ser abyecto, sin un solo gesto de inocencia o ternura. Sin embargo, su dignidad lo salva de un vecindario de seres sumidos en la mentira, el odio, la mezquindad y los prejuicios sociales.

Se trata de una novela inefable en el medio ecuatoriano; salida del expresionismo alemán y de una alucinación con matices góticos. Gracias a intensas dosis de suspenso, leemos a mitad de camino monólogos intensos donde el protagonista se aventura a dictar sentencias y sermones contra la humanidad, con el fuego del odio y el rencor.

Horror urbano
Ambientada en una estación de radio, el locutor Ovidio Montoya (otro personaje sugestivo) nos adentra en la historia con un tono de novela policial. Por momentos, la obra frisa el thriller erótico y seductores pasajes de simbología mística o astrológica.

La escritura de Moya construye atmósferas opresivas que intoxican la vida de los personajes, la ciudad y el bosque que la rodea, cargado de criaturas nocturnas, lo que hace de esta novela una pesadilla con un final inusitado. Si alguien la llevara al cine, no dudaría en apelar al género ‘gore’ y al ‘slasher’.

El escritor ha dicho de su literatura que tiene el eco y el horror de un Apocalipsis entre la ciudad y la montaña: “Los personajes de mis novelas a menudo están en busca de una redención. Es como si estuvieran ardiendo en un infierno personal y su único fin fuera hallar el cielo o el amor”.

La novela tiene como escenarios una cabina de radio (hogar de la música y el erotismo), el parque Guagüiltagua (donde ocurren varios crímenes y venganzas), el río Machángara (lugar de una tentativa de suicidio), una planta de procesamiento de agua (refugio de un anciano necrófilo), el cementerio de San Diego, una casa vieja en el Panecillo, un cine con telarañas en la Avenida 6 de Diciembre, los cerros que circundan el sur de la Quito, Toctiuco y la terraza de un edificio desde donde un muchacho salta al vacío.

[email protected]

Por Francis Veintimilla

Después de habernos introducido en el infierno de un bosque en su primera novela, ‘Caballos en la niebla’ (2014), el narrador y periodista latacungueño Juan Carlos Moya nos sumerge en el caos de la ciudad.

En ‘El sueño del arcángel’, obra galardonada con el Premio Nacional de Novela Ángel Felicísimo Rojas entregado por la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas a inicios de este mes, el autor conjuga el suspenso con ingredientes de terror. Sus personajes están atrapados en la soledad, el miedo y el deseo.

Hay un veneno que fluye por las cañerías de esta novela. Hay venganza, el desaparecimiento de una mujer, el deseo de un hombre anómalo.

Narración
‘El sueño del arcángel’ posee ingredientes de novela negra. Destaca en ella el trabajo de las atmósferas, la agilidad narrativa y un lenguaje cuidado y musical, las descripciones con una lupa cinematográfica, entre otros detalles que llevaron al jurado calificador -integrado por Kintto Lucas, María Paulina Briones y María Augusta Correa-, a conferirle el Premio Único en el certamen.

Gabriel, el arcángel, con una horrible deformidad en su cara, es un personaje memorable que ingresará seguramente en nuestras pesadillas.

EL DATO
‘El sueño del arcángel’ se publicará en 2020. Lo que llama profundamente la atención —y a lo cual los lectores de Moya estamos habituados— es la minuciosa y seductora construcción de sus personajes. En su primera novela, ‘Caballos en la niebla’ (editorial Planeta-Seix Barral), nos brindó un memorable guardabosques llamado Lucas Freire. En esta ocasión, nos presenta a Gabriel, un monstruo que desea y persigue a hurtadillas a una mujer.

Gabriel es de esos personajes que no quisiéramos conocer en la vida real. Es un ser abyecto, sin un solo gesto de inocencia o ternura. Sin embargo, su dignidad lo salva de un vecindario de seres sumidos en la mentira, el odio, la mezquindad y los prejuicios sociales.

Se trata de una novela inefable en el medio ecuatoriano; salida del expresionismo alemán y de una alucinación con matices góticos. Gracias a intensas dosis de suspenso, leemos a mitad de camino monólogos intensos donde el protagonista se aventura a dictar sentencias y sermones contra la humanidad, con el fuego del odio y el rencor.

Horror urbano
Ambientada en una estación de radio, el locutor Ovidio Montoya (otro personaje sugestivo) nos adentra en la historia con un tono de novela policial. Por momentos, la obra frisa el thriller erótico y seductores pasajes de simbología mística o astrológica.

La escritura de Moya construye atmósferas opresivas que intoxican la vida de los personajes, la ciudad y el bosque que la rodea, cargado de criaturas nocturnas, lo que hace de esta novela una pesadilla con un final inusitado. Si alguien la llevara al cine, no dudaría en apelar al género ‘gore’ y al ‘slasher’.

El escritor ha dicho de su literatura que tiene el eco y el horror de un Apocalipsis entre la ciudad y la montaña: “Los personajes de mis novelas a menudo están en busca de una redención. Es como si estuvieran ardiendo en un infierno personal y su único fin fuera hallar el cielo o el amor”.

La novela tiene como escenarios una cabina de radio (hogar de la música y el erotismo), el parque Guagüiltagua (donde ocurren varios crímenes y venganzas), el río Machángara (lugar de una tentativa de suicidio), una planta de procesamiento de agua (refugio de un anciano necrófilo), el cementerio de San Diego, una casa vieja en el Panecillo, un cine con telarañas en la Avenida 6 de Diciembre, los cerros que circundan el sur de la Quito, Toctiuco y la terraza de un edificio desde donde un muchacho salta al vacío.

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Por Francis Veintimilla

Después de habernos introducido en el infierno de un bosque en su primera novela, ‘Caballos en la niebla’ (2014), el narrador y periodista latacungueño Juan Carlos Moya nos sumerge en el caos de la ciudad.

En ‘El sueño del arcángel’, obra galardonada con el Premio Nacional de Novela Ángel Felicísimo Rojas entregado por la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas a inicios de este mes, el autor conjuga el suspenso con ingredientes de terror. Sus personajes están atrapados en la soledad, el miedo y el deseo.

Hay un veneno que fluye por las cañerías de esta novela. Hay venganza, el desaparecimiento de una mujer, el deseo de un hombre anómalo.

Narración
‘El sueño del arcángel’ posee ingredientes de novela negra. Destaca en ella el trabajo de las atmósferas, la agilidad narrativa y un lenguaje cuidado y musical, las descripciones con una lupa cinematográfica, entre otros detalles que llevaron al jurado calificador -integrado por Kintto Lucas, María Paulina Briones y María Augusta Correa-, a conferirle el Premio Único en el certamen.

Gabriel, el arcángel, con una horrible deformidad en su cara, es un personaje memorable que ingresará seguramente en nuestras pesadillas.

EL DATO
‘El sueño del arcángel’ se publicará en 2020. Lo que llama profundamente la atención —y a lo cual los lectores de Moya estamos habituados— es la minuciosa y seductora construcción de sus personajes. En su primera novela, ‘Caballos en la niebla’ (editorial Planeta-Seix Barral), nos brindó un memorable guardabosques llamado Lucas Freire. En esta ocasión, nos presenta a Gabriel, un monstruo que desea y persigue a hurtadillas a una mujer.

Gabriel es de esos personajes que no quisiéramos conocer en la vida real. Es un ser abyecto, sin un solo gesto de inocencia o ternura. Sin embargo, su dignidad lo salva de un vecindario de seres sumidos en la mentira, el odio, la mezquindad y los prejuicios sociales.

Se trata de una novela inefable en el medio ecuatoriano; salida del expresionismo alemán y de una alucinación con matices góticos. Gracias a intensas dosis de suspenso, leemos a mitad de camino monólogos intensos donde el protagonista se aventura a dictar sentencias y sermones contra la humanidad, con el fuego del odio y el rencor.

Horror urbano
Ambientada en una estación de radio, el locutor Ovidio Montoya (otro personaje sugestivo) nos adentra en la historia con un tono de novela policial. Por momentos, la obra frisa el thriller erótico y seductores pasajes de simbología mística o astrológica.

La escritura de Moya construye atmósferas opresivas que intoxican la vida de los personajes, la ciudad y el bosque que la rodea, cargado de criaturas nocturnas, lo que hace de esta novela una pesadilla con un final inusitado. Si alguien la llevara al cine, no dudaría en apelar al género ‘gore’ y al ‘slasher’.

El escritor ha dicho de su literatura que tiene el eco y el horror de un Apocalipsis entre la ciudad y la montaña: “Los personajes de mis novelas a menudo están en busca de una redención. Es como si estuvieran ardiendo en un infierno personal y su único fin fuera hallar el cielo o el amor”.

La novela tiene como escenarios una cabina de radio (hogar de la música y el erotismo), el parque Guagüiltagua (donde ocurren varios crímenes y venganzas), el río Machángara (lugar de una tentativa de suicidio), una planta de procesamiento de agua (refugio de un anciano necrófilo), el cementerio de San Diego, una casa vieja en el Panecillo, un cine con telarañas en la Avenida 6 de Diciembre, los cerros que circundan el sur de la Quito, Toctiuco y la terraza de un edificio desde donde un muchacho salta al vacío.

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