Entrevista. Santiago Roldós: ‘El teatro me enseñó a levantar la cara’

DIRECTOR. Compila seis textos construídos desde la improvisación y juegos escénicos grupales.
DIRECTOR. Compila seis textos construídos desde la improvisación y juegos escénicos grupales.

DAMIÁN DE LA TORRE AYORA

Santiago Roldós Bucaram debe tomar un vuelo. El tiempo juega en su contra, como si un reloj de arena empezara a enterrarlo. Pese a eso, se revela al minutero y conversa con calma, dejando escapar unos segundos cada vez que da una respuesta.

Ha pasado un día de la presentación de ‘Sangurimas’, obra de gran formato que se estrenó en el Festival Artes Vivas de Loja 2018 (noviembre 2018), bajo la dirección de Arístides Vargas, que contó con la cohesión de Gerson Guerra, del Malayerba de Quito; Nixon García, de La Trinchera de Manta; y con el propio Roldós, del Muégano Teatro de Guayaquil.

Tras el ajetreo del estreno, debía llegar a Quito. Todo estaba listo para la presentación de ‘Juguetes cerca de la violencia. Seis textos teatrales’ (El Fakir).

“Nosotras estamos sacadas la madre”, dice, ya con maleta en mano, mientras se sienta en un sillón del lobby del hotel lojano donde se hospedó.
Roldós habla en femenino todo el tiempo. Lo hace desde hace años atrás, antes de los debates actuales en torno del lenguaje y género, “antes de que el chavismo secuestrara lo inclusivo al referirse a las niñas y los niños, los ciudadanos y las ciudadanas”, como él (ella) mismo señala.

“Cuando hablo desde lo femenino, lo hago en serio -afirma-. Igual cuando escribo con ‘x’ para igualar al género. Si los cancerberos de la corrección de la palabra se molestan o piensan que es una aberración el gastar palabras como si se agotaran, no me importa: me parece una ridiculez tratar a las palabras como una transacción bancaria”.

Con esa determinación, responde a cada una de las preguntas en torno de su reciente publicación: toda una puesta en escena de la realidad, de lo que somos.

¿Qué tal el estreno en Loja?
El Festival ya existe, es una realidad. Ahora hay que habitarlo sin dejar de ser críticos e interpelar al Estado, pues quedan muchísimas cosas por mejorar. Siento que nosotras hicimos una lectura pertinente, donde orgánicamente surgió una mirada feminista, y nótese que los directores somos hombres, lo que te demuestra que el patriarcado persiste. Por suerte, en escena, las protagonistas son mujeres, predomina lo femenino, hablamos de actrices con personalidades fuertes, quienes dejan su perspectiva en las tablas. Hablamos de una obra sobre la violencia del patriarcado que el público entiende por ellas. Además, ese trabajo de experimentación, de juntar a tres compañías para formar una obra de gran formato, es un trabajo que debe replicarse con más grupos. Por eso defiendo al proyecto.

De niño llorabas cuando veías a los muñecos de cera de la Matanza a los Próceres de la Independencia, ¿qué te hace llorar ahora?
Leer ‘Los Sangurimas’. Mirar esta obra, que es perfectible porque puede mejorar, me conmueve mucho. En realidad, lloro un montón: por la realidad, la muerte, la injusticia.

¿Hacer teatro para reír o llorar?
A nosotras nos han enseñado que el sentir y el pensar están divididos, y eso es imposible. Las mayores intensidades de la vida siempre están acompañadas de pensamiento. Siento que el teatro es un espacio de juego y reflexión que une al sentimiento y al pensamiento.

Se escribe un ‘Pequeño ensayo sobre la soledad’ cuando se está bien acompañado, lo digo por Pilar Aranda…
Por Pilar, en primer lugar; pero por mis otras compañeras, también. Yo escribo mucho a partir de la memoria. Pienso que cuando se representa al presente, es necesario ir al pasado: recordar es volver a pasar por el corazón. En esta obra están todas las niñas que nosotras fuimos, que es lo que nos constituye.

¿No hay nada más serio que hablar de la infancia?
Escuché una reflexión sobre lo que significa ‘lo infante’, que sería la que no fona, no habla, la sin voz. Me impresionó, porque nosotras, desde Muégano, reflexionamos desde la infancia: desde nuestro nombre jugamos con lo infantil. Sería muy pretencioso decir que hacemos teatro para dar voz a quienes no la tienen. Trabajamos desde la infancia al entenderla como el espacio donde se construye la humanidad. Además, hay que entender que la infancia es terrible y no tan inocente. También es muy frágil, y su fragilidad me interesa escarbar.

Dora, en ‘Palabras contra el silencio’, pregunta: ¿Por qué en el mundo globalizado han de circular libremente las mercancías y no las personas? ¿Puedes responderle?
Uy, hermano. Y tú quieres que te conteste eso (risas).

Puedes intentarlo, quizás una síntesis…
En palabras sencillas, el capitalismo se construye a espaldas del afecto.

¿Con ‘Karaoke orquesta vacía’ se evidencia que a la democracia le interesa los personajes más que las personas?
‘Karaoke’ es una obra política que se constituyó desde la experimentación, desde el tocar canciones y frases que nos golpean. Habla de que estamos condenados a repetirnos, cantando letras que no son tan buenas. ¿Por qué lo de personas y personajes?

Porque interpreté que en el montaje de la democracia siempre repetimos el rol de ‘tropezar con la misma piedra’, pese a que la historia suele ser implacable.

Cierto, no aprendemos y repetimos el mismo papel. Pero te diré que la persona, en sí, ya es una máscara (risas). No tengo en alto el concepto de persona (estalla en risas). Las individuas, tal vez. Nosotras, en nuestras clases con Pilar, juntas o separadas, enseñamos a interpretar, algo que resulta muy complicado si consideras que buscamos formar a seres humanos antes que actrices y actores, quienes juegan ya su papel en la vida.

Ya que hablas de formación, y recordando el proceso de ‘La historia más triste del universo (bueno, no exactamente)’, ¿la clave está en sembrar teatro?
Yo sí reivindico el teatro como espacio de felicidad, como trinchera de resistencia. Esa fue la frase de una niña, de 6 años, quien nos contó una historia muy personal, tremenda, en un taller. Los niños y las niñas son los desterritorializados, por eso el sistema trata de oprimirlos. Nosotras, desde el teatro, combatimos para que ya no les repriman.

Décadas atrás, el Nuevo teatro latinoamericano fue un espacio de resistencia. ¿Hoy cree que se resiste a lo mismo?
Sí, pero de diversas formas. Esto, considerando que ahora lo mayoritario en el teatro no es la resistencia: el teatro comercial es muestra de ello. Hay que entender a la industria cultural no como una falacia, sino como algo siniestro. Bertolt Brecht decía que “el teatro persigue lo mismo que la democracia: dividir”. No se equivoca, pero sí hay propuestas que buscan restituir la individualidad de las personas.

En ‘Elizabeta, la princesa en patineta’ aparece el dragón Rafael, que lanza fuego porque nadie lo abraza. ¿Tú le darías un abrazo?
Cualquier parecido es pura coincidencia (risas). Claro que le daría un abraso, pero con ‘s’.

¿Esas llamas siguen siendo un peligro?, ¿pueden avivarse?
Me gusta hacer bromas de mal gusto, algo coyunturales. Pero ya, fuera de bromas, de todas nosotras depende avivar o no esas llamas.

¿Santiago Roldós es Santiago Roldós en el teatro de la vida?
Para mí ha sido difícil asumir mis dos apellidos, mi historia. Tuve una infancia y una adolescencia siniestras. El teatro fue mi lugar de reparación. Gracias al teatro aprendí que el lenguaje es político, porque está igual de atravesado por la sumisión. Además, ¿si miras que soy medio jorobado? Esto es porque de niña y joven pasaba con la cabeza gacha: el teatro me enseñó a levantar la cara.

FRASES

Ha sido difícil asumir mis dos apellidos, mi historia”.El teatro fue mi lugar de reparación”.

Santiago Roldós B.
Perfil

° Director, actor y dramaturgo ecuatoriano (1970). Es hijo del expresidente Jaime Roldós y de Martha Bucaram. Estudió Teatro en México. Allí conoció a Pilar Aranda. Con ella fundó Muégano Teatro de Guayaquil, grupo ganador de la VI Mostra de Teatro de Barcelona. Ha ganado en dos ocasiones el Premio Jorge Mantilla de Periodismo.