Enriquestuardo Álvarez habla sobre su serie ‘El Dorado’

‘Corazón que late’
PINTOR. En su taller, junto a parte de su producción.
‘Corazón que late’
OBRA. ‘Recuerdo remoto’, parte de la serie. (Foto: Christoph Hirtz)
‘Corazón que late’
‘Corazón que late’
‘Eco profundo’
‘Eco profundo’
‘El encuentro’
‘El encuentro’
‘Corazón que late’
‘Enigma’
‘Hallazgo’
‘Hallazgo’
‘Lágrima invisible’
‘Lágrima invisible’
‘Retorno’
‘Retorno’
‘Río de oro’
‘Río de oro’
‘Shamana’
‘Shamana’
‘Bitácora perdida’
‘Bitácora perdida’

Enriquestuardo Álvarez asegura que “el recuerdo genético es universal”, que por nuestra sangre “navegan miles de años de historia”. Cuando se contempla su pintura, se puede reafirmar que la genética también navega por los pigmentos, que la memoria se puede extender por medio del pincel.


Álvarez, uno de los más destacados exponentes ecuatorianos en la actualidad, no solo rememora lo precolombino en su trabajo, sino que permite que el pasado dialogue de forma reflexiva con el presente.


Así lo demuestra el conjunto de su obra, en especial los 20 cuadros –de distintos formatos- que se exhiben en estos días en el Instituto Cervantes de Chicago, bajo el título de ‘Diálogos con la memoria’.


Los mismos forman parte de la serie ‘El Dorado’, que se viene “cocinando” desde hace varios años. “Por el 2009 empecé a trabajar sobre la idea de que los recuerdos están en los genes, pero no elaboraba una serie de forma constante. De a poco se construyó esta obra”, comenta Enriquestuardo en su taller.


El fondo negro y el dorado están latentes dentro de esta propuesta, lo cual puede leerse como cierta reivindicación de la riqueza de la memoria. Esto se complementa con un conjunto de figuras precolombinas (preincaicas, mejor dicho), donde la mordacidad que caracterizan al pintor confluyen sobre la tela.


“Sí, nuestra riqueza parece perderse. El que la cultura se limite al folclorismo y que quede en puro decorado es un problema”, sostiene el artista, quien plasma su sentir de manera magistral.


Las figuras seleccionadas, donde se pueden observar culturas como la Tolita y la Chorrera, cobran vida. El detalle al retratar estas formas aborígenes permite que el ánima aparezca: no se trata de vitalidad, hay vida en cada cuadro. Y es que, como el propio Enriquestuardo dice, “los objetos tienen alma”.


Por su parte, la ironía se viste con papel tapiz. El fondo de algunas pinturas tienen este elemento, el mismo que enfatiza esa idea de ‘arte decorativo’.


“Lo precolombino está vivo, pero hay que tener claro que hay civilizaciones que anteceden. No somos producto del ahora: los recuerdos están en la genética”, enfatiza, para después manifestar con pleno convencimiento que: “La identidad está en la memoria”.


Las obras –muchas de las mismas que se expusieron el pasado octubre en Lexington- después de este 9 de junio irán al Consulado de Ecuador en Chicago para exponerse por tres meses más.


Mientras tanto, en el taller de Enriquestuardo se “cocina” la idea de plasmar las figuras ancestrales de América, y por qué no de todo el mundo, pues el Universo se encierra en la genética. (DVD)

El Dato

En 1989, Enriquestuardo expuso por primera vez su obra en Lexington, EE.UU.