El bono también los margina

El bono también los margina
El bono también los margina

Ella tiene que madrugar o pedir que uno de sus familiares le «coja puesto» en la fila del Banco Bolivariano; luego, con su peque hija en brazos, hace fila por horas frente a la entidad para cobrar el bono de 11 dares con los cuales espera comprar una medicina para su madre.

Es Daisy Marquez, quien como miles de mujeres m se somete a los rigores del clima, a los maltratos de otras personas en la fila y a que en el banco se la trate como persona de segunda. Todo, so porque precisa de esa peque cantidad cada mes.
Y es que las entidades bancarias nunca disimularon su menosprecio y discrimen a las personas que cobran el bono de la solidaridad.

Poco a poco fueron reduciendo la atenci, pusieron menos ventanillas para atender a los beneficiarios, los dejaban horas y horas esperando afuera antes de hacerlos entrar, les daban el dinero (los once dares) en monedas de diez y cinco centavo, pese a que un gran porcentaje de estas personas no sabe contar, etc., etc.

So una agencia paga
Actualmente, por ejemplo, el Banco del Pichincha suspendila atenci para el pago del bono en la oficina matriz, -so lo hace en la sucursal Zaracay, de la avenida Quito, frente al Hospital-, luego del trite respectivo ante la Superintendencia de Bancos.
Seg informun funcionario de la instituci que prefiere el anonimato, la decisi se la tompor dos razones: una por «imagen», ya que el gent que se formaba frente a la puerta causaba mala impresi a los clientes y otra «por humanidad», pues mucha gente ten que quedarse a la intemperie. Pero, si de esto timo se trata, en la Agencia de la v a Quito ocurre lo mismo; no hay dde guarecerse de la lluvia o del sol inclemente.

El Banco del Pacico no se queda atr a la hora de «atender» a las mujeres y ancianos que van a cobrar el bono; estas personas, igualmente, tienen que soportar el sol o la lluvia durante horas para poder cobrar.

Pero, el Banco Bolivariano ha conseguido, adem, que no se mezclen los cobradores del bono con los clientes de la entidad, pues ha dispuesto que se les pague en una caja fuera del local.

Aunque se solicitinformaci en la entidad de los motivos para este trato a los que cobran el bono, se respondia trav de un guardia de seguridad que e «es asunto interno del Banco».

Lo cierto es que cada vez m se reducen los sitios en que se entrega el bono «de la pobreza», como se llaminicialmente a este subsidio implantado en septiembre de 1988 durante la presidencia del depuesto mandatario, Jamil Mahuad.
Pese a todo, Daisy, como cientos de mujeres y ancianos, volvera madrugar para cobrar la peque cantidad que precisa para su madre.