Ciudadanía informal

En el Ecuador conviven dos clases de ecuatorianos: el que vive dentro de la
legalidad y el que sobrevive al margen de la legalidad. En principio, el
peruano que sobrevive al margen de la ley no cumple la ley porque no quiera
o porque no la conozca; la incumple porque sencillamente le es costoso
cumplirla, es decir, porque le es adversa.

Esta legalidad no le brinda a la mayoría de ecuatorianos las oportunidades
para prosperar. Pero ¿cómo decirle al ecuatoriano que le es costoso
sobrevivir en la legalidad, que cumpla con sus deberes cívicos? Así pues, en
términos de costo-beneficio, no es rentable ser ciudadano en el Ecuador .
Prueba de ello son los miles de compatriotas que se van del país para probar
suerte en otras latitudes, en especial, en las tierras del Tío Sam, para
hacer realidad el Gran Sueño Americano.

Al menos somos buenos exportando ciudadanos. Y es que, a secas, el individuo
común no está pensando en entidades abstractas como la Democracia, el
Estado, la Constitución. El individuo común está pensando en cómo llevar pan
a su casa. Es práctico, si no le es rentable quedarse en un país, buscará
otro que le brinde mayores y mejores oportunidades. Es que por estos
tiempos, ya no se quiere a la patria por sus símbolos, pues ella sólo es tan
si que pasa a ser la tierra de las oportunidades.

Pero el hecho de que un grueso sector de ecuatorianos sobreviva al margen de
la ley oficial no quiere decir que entre ellos no tengan sus propias leyes
que rijan y regulen sus actividades. Todos conocemos como han logrado
emerger, rigiéndose por sus propias leyes, al margen del Estado. Dejemos
pues que el libre tráfico forme el carácter y el sentir de los propios
ecuatorianos; que ellos mismos formen y construyan su ciudadanía sobre la
base de sus transacciones, de sus acuerdos, de sus contratos. ¿Cómo
construir ciudadanía en una sociedad, como la ecuatoriana, en la que los
mismos ecuatorianos no sienten suyas las leyes? Así, con sus transacciones
al margen de la ley, estos miles de ecuatorianos están constituyendo una
clase emergente que no necesita de la ley formal para prosperar. Están
configurando unos modos de convivencia que están siendo aceptados como ley
siendo que, a la larga, estos ecuatorianos construirán su propia ciudadanía.

En tal sentido, y en el lenguaje criollo, la ciudadanía se forja en las
calles. De esta manera la ciudadanía será un concepto con el cuál estaremos
familiarizados, y nos dará gusto tratar sobre el mismo, porque la misma
ciudadanía, entendida como el ejercicio de los derechos civiles y políticos,
será el producto de nuestras propias actividades; será propia, será nuestra,
perdurará, se perfeccionará y se adaptará a las circunstancias. No como
aquella rígida ciudadanía que aprendernos en las aulas de clases o en las
constituciones y las leyes que fungen de guías prácticas de convivencia.

La ciudadanía brotará naturalmente de nuestros actos, y no del arbitrio y
del capricho de los políticos. No se trata de que venga un iluminado y nos
enseñe a ser ciudadanos, ni mucho menos salir a las calles a evangelizar
sobre la doctrina de la ciudadanía a cuantos individuos se nos tropiecen.
¿Qué queremos cuando discutimos el tema de la responsabilidad de la escuela
y los agentes de socialización en la formación de ciudadanos? ¿Queremos
acaso una Esparta, la que impartía una formación rigurosa y uniforme de
soldados al servicio del estado? Seguir bajo estos esquemas es contribuir a
la formación de individuos vacíos y moldeados a los propósitos estatales .
Que sean los mismos ecuatorianos los que formen su ciudadanía -o como
quieran llamarla-.

Esto plantea necesariamente la dicotomía entre estado e individuo. El
primero buscando imponer orden y el segundo buscando libertad. El estado
siempre será conservador, por eso necesita «soldados» a su servicio. Por
todas partes el estado pretende «socializar» a los individuos, siendo que la
manera que tiene de «socializarlos» es diciendo que todos tienen que hacer
política, la misma que sólo es el privilegio de algunos pocos en desmedro de
muchos otros. Esa minoría que se cataloga como «clase política»,
precisamente aquella que vive en la burbuja de sus privilegios y que le da
las espaldas a la sociedad.
Ahora juzgue usted.
Un Saludo.

http://patriciovarsariah.blogspot.com
Patricio Varsariah.

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