Asaltantes lo engañan, amenazan con pistola y botan en barranco

Asaltantes lo engañan, amenazan con pistola y botan en barranco
TEMOR. Demoró más de dos horas para salir del barranco y pedir auxilio. (Foto: ilustración)

IBARRA. Han pasado varias semanas desde que dos sujetos asaltaron al conductor de una compañía de transporte, del cantón Pimampiro. El afectado aún mantiene los fatídicos recuerdos intactos.


Una tarde, mientras el afectado se encontraba en un sector céntrico de la ciudad de Ibarra, dos personas se acercaron y pidieron sus servicios a la ciudad de San Gabriel.


El precio lo acordaron en alrededor de 50 dólares. El propietario de la camioneta Chévrolet doble cabina, de color blanco con verde habría contestado, según relatan los amigos: “suban y vamos de aquí antes que anochezca”.


Uno de los asaltantes se sentó junto al conductor y el otro en el asiento de atrás. Salió de la ciudad, tomó la Panamericana Norte, pasaron el sector conocido como Los Cañaverales, el partidero a Salinas, el control de Mascarilla, Chota, El Juncal. En unos 40 minutos de viaje nadie pronunció palabra alguna.


El chofer que estaba muy concentrado en el volante observaba de reojo los rostros serios de los dos “pasajeros”. La noche estaba a punto y era tarde para romper el compromiso.


Cuando atravesaba el puente sobre el río Chota, que une las provincias de Imbabura y Carchi, suspiró y se encomendó a la virgen de El Rosario. Continúo la cuesta hacía Cúnquer hasta llegar al cantón Bolívar. En ese trayecto apenas notó que los fleteros hicieron una seña con la cabeza.


Un mal presagio cruzó por la cabeza del conductor, que aspiraba a coger los 50 dólares sin problemas y regresar a su hogar con prontitud.


Pasaron 30 minutos más de viaje, y, kilómetros antes de llegar a la ciudad de destino, uno de los sujetos, sin consideración y con voz fuerte le ordenó que se detenga. Luego le dijeron que apagara las luces y se bajara de la camioneta. Los tres se apearon.

El delincuente sacó una pistola, apuntó a su humanidad y le conminó a hacer todo lo que le digan. “Si intentas gritar te disparamos”, le habría dicho.


Estaba oscuro y casi no se veía nada. Uno de los agresores tomó un camino de herradura y le pidió que lo siguiera, mientras el otro lo golpeaba con el arma en la espalda.


Caminaron aproximadamente unos 10 minutos. Se detuvieron y ataron sus manos con una cuerda. El hombre aterrorizado, porque imaginó que le dispararían, les suplicó que no lo maten, porque tienen dos hijas que depende de él y aún no terminan sus estudios. Los sujetos le respondieron con dureza y severidad: “Date la vuelta y camina hacia delante”.

El hombre amenazado, apenas dio el primer paso y sintió un fuerte empujón que lo hizo caer de bruces hacia un barranco.
Mientas daba vueltas escuchó que le gritaron: “Ten cuidado de seguirnos porque lo lamentarás”.


Confundido entre la maleza, afectado por la tensión y desorientado, mantuvo la calma hasta que escuchó que encendieron el motor y se marcharon.


Con las manos atadas hacia atrás se incorporó y dio Gracias a Dios por permitirle vivir y para que le diera fuerzas para salir del hueco donde cayó. Luchó por más de dos horas para llegar hasta el camino.

Su camiseta estaba completamente rota, el cansancio mermó completamente sus fuerzas. Descansó un momento, tomó valor y salió a la vía aún con sus manos amarradas. Un conductor paró el vehículo, rompió las cuerdas le aseguró que llamaría a la Policía. “Mantenga la calma que pronto llegará un patrullero”.


Las agentes llegaron minutos después, lo rescataron, lo llevaron hasta Tulcán, averiguaron los hechos, pusieron la alerta y luego lo dejaron en libertad.


El vehículo fue recuperado la misma noche, en un llano próximo al puente de Rumichaca, Colombia. La camioneta fue devuelta por las autoridades una semana después.


El conductor cuenta esta trágica historia uno y otra vez a sus amigos, a quienes, además, les asegura que la fe por la virgen de Shanshipamba es más fuerte que nunca. (Redacción Imbabura)