Zoom: Ahora Dios ya puede descansar

Chip. Unidad de memoria con componentes orgánicos.
Chip. Unidad de memoria con componentes orgánicos.
Colectivo. Diminutos robots interactúan mediante inteligencia artificial.
Colectivo. Diminutos robots interactúan mediante inteligencia artificial.
NANOROBOTS. Diseño de partículas para disolver trombos.
NANOROBOTS. Diseño de partículas para disolver trombos.
Todoterreno. Un equipo inspirado en una cucaracha.
Todoterreno. Un equipo inspirado en una cucaracha.
Reptil. Un explorador de campos contaminados, basado en una serpient
Reptil. Un explorador de campos contaminados, basado en una serpient

La propia naturaleza es la inspiración de la nueva generación de microrrobots. Científicos de universidades como Harvard y Stanford los desarrollan. Sus usos van desde la exploración ambiental hasta la medicina, pasando por la agricultura. Tecnofauna e inteligencia artificial al servicio de un planeta degradado…

En la naturaleza está el diseño perfecto. Los investigadores de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Aplicadas y del Instituto Wyss de la Universidad de Harvard lo saben bien. Por ello, se han inspirado en la configuración, potencia y velocidad de abejas, cucarachas, hormigas, serpientes para desarrollar microrrobots con enorme potencial en campos como la remediación ambiental o incluso microcirugías y laparoscopias.

En promedio, cada maquinita mide lo mismo que un centavo. Pero que nadie se engañe: hay autómatas como el Hamr –Harvard Ambulatory Microrrobot– que pueden arrastrar grandes volúmenes. Bajo el mando del profesor Robert Wood, los investigadores idearon esta unidad inspirados en una cucaracha. Sí, por su versatilidad, velocidad y resistencia.

La creación estrella de Harvard, sin embargo, es el Robobee: una abeja artificial capaz de volar, sumergirse en líquidos, impulsarse desde allí y posarse sobre superficies disímiles como un cristal o una hoja.

En Stanford, en cambio, las hormigas son su modelo para crear el Microtug. Es un propotipo estrella de su Laboratorio de Biomimética y Destreza, con la dirección de los profesores David Christensen y Elliot Hawkes. Su función: poder cargar cuerpos de hasta 2.000 veces su propio peso.

Y en otros rincones del mundo no se quedan atrás. De la sinergia entre las universidades Lincoln, de Reino Unido, y Tsinghua, de China, nacen los colias. Son microrrobots de alta velocidad que interactúan bajo procesos de inteligencia artificial para ejecutar tareas colaborativas, como las que se observan en colmenas, termiteros u hormigueros.

¿Todos estos microrrobots son juguetes de laboratorio? No. Inspección de infraestructuras, identificación de víctimas en edificios colapsados, polinización asistida, monitoreo ambiental y hasta aplicaciones médicas en procedimientos laparoscópicos son algunos de los campos de acción de estas creaciones.

En Harvard, Stanford, Lincoln o Tsinghua surgen nuevas posibilidades para la vida, en especial para mitigar los daños de un planeta herido de gravedad. Curiosa paradoja: ¿serán los microrrobots y la inteligencia artificial los nuevos guardianes del equilibrio y la vida en el planeta? ¿Los dioses podrán finalmente descansar? (IFP)