Crónicas de Absurdistán

Absurdistán, era la palabra con la que Presley Norton se refería al Ecuador en sus artículos de opinión. Personaje que fundó una agencia de publicidad y precursor del primer canal ecuatoriano de televisión hace 60 años. Hizo excavaciones en la costa, encontrando piezas de las milenarias culturas Machalilla y Valdivia. Una especie de todo terreno de su tiempo, pero con buenas intenciones.

La palabra que él usaba servía para describir países donde lo absurdo se hace realidad, reflejado en las actuaciones de sus personajes políticos. El Ecuador también es catalogado como “república bananera”, término despectivo para referirse a países inestables, pobres, atrasados y corruptos. Personajes como Correa, en lugar de desterrar el término, lo agrandaron.

Países con economía dependiente de uno o pocos productos de exportación con escaso valor agregado, gobernados por un autócrata y sometidos a otros países, generalmente potencias foráneas alineadas con las ideas de ese mandatario (China, Rusia o EE. UU.).

Este Absurdistán sigue siendo el teatro del absurdo, como las obras dramatúrgicas del siglo XX que cuestionaban a la sociedad y al ser humano con humor, incoherencia, disparate y lo ilógico. Difícil catalogar a esta nación, que sigue cayendo en las garras de los demagogos, que “doran la píldora” y ofrecen “pomadas milagrosas”, como los charlatanes que pululaban por las ahora vacías calles y plazas del centro histórico de Quito ofreciendo curas para cualquier dolencia.

Con un poder electoral que no da pie con bola y tiene conflictos por doquier. Ahora, gracias a las redes sociales se miente sin salir a hacer campaña. Hay quien ofrece exportar barriles de agua, el que ofrece extraer “el oro de 30 o 35 celulares” y el que pide que la gente del agro se arme para enfrentar a la delincuencia.

Qué más da. Los candidatos (son 16: demasiados) están prometiendo lo que, de antemano, saben que no podrán cumplir. Simpático es decir que “saben generar empleo” o que van a dar mil dólares a un millón de familias (dinero que no hay) o quieren “salvar el arco iris” en la Amazonía. Qué más da, si no lo van a hacer.

De la crisis del octubre negro de 2019, del daño a bienes públicos y privados y de la pandemia de este año, nadie se hace cargo. Del déficit fiscal no se dice nada y hay uno que quiere desdolarizar. De la burocracia no se habla. Mientras este intrascendente gobierno hace agua por todo lado y cuenta los días para irse. De nuevo este Absurdistán podría caer en manos de algún “redentor” que -ahora sí- va a “salvar” al país…