DÍA DE LOS DIFUNTOS

Por: Laura Benítez Cisneros

Los difuntos duermen el sueño eterno, reposan ya en su última morada, sin saber el lugar donde descansan sus despojos mortales, sea el suelo, nicho o mausoleos.

La muerte no respeta edades, ni el color de su piel, ni su estatus social o económico, sean niños, jóvenes, adultos, adultos mayores, ancianos, indios , blancos, negros, cobrizos, pobres o ricos.

Nadie se ha salvado de ella, nos llegará a todos en un momento menos pensado e indefinido. En este día dedicado a los muertos no debemos olvidar y pensar que en el cementerio descansan en paz, nuestros seres queridos: padres, madres, abuelos, hermanos, amigos y porque no decirlo nuestros paladines que por aquellos compatriotas somos independientes y libres que ofrendaron su sangre por dejarnos el camino abierto a la libertad.

En el cementerio hay tanta gente, todos ocupados en el arreglo de las tumbas donde reposan sus familiares y amigos fallecidos, con los adornos que les hemos llevado una corona de flores perfumadas siempre vivas y una tarjeta de luto que la depositamos junto con las ofrendas en sus tumbas, limpiando y poniendo agua a sus floreros secos.

Hacemos un instante de silencio frente a su sepulcro, derramando una lágrima por ellos que han partido para siempre.

Impidamos que el olvido borre sus nombres de nuestra memoria, vivamos del recuerdo que pasamos junto a ellos, respetemos sus tumbas, así como también el dolor de quienes han perdido a sus familiares. El dos de Noviembre, es un día de triste recordación, para todos los pueblos y ciudades de algunos países de América Latina al rendir este homenaje de dolor, por la perdida de nuestros seres queridos.

Por tradición o costumbre, en algunos lugares de nuestro país, lo celebran este día con algunos que son: costumbres o ceremonias que han sido establecidas desde tiempos antiguos en honor a los que partieron a una nueva morada eterna.