Gran polémica se desató en Colombia desde mediados de noviembre, cuando gran parte de la redacción de la icónica revista ‘Semana’ renunció, tras meses de un desgrane anunciado por la adquisición de la totalidad el paquete accionario por parte del empresario financiero Gabriel Gilinski, de 33 años.
La renuncia que provocó la cascada de dimisiones en la redacción fue la de Ricardo Calderón, jefe del equipo de investigación, quien recientemente ganó el Premio Internacional de Periodismo Rey de España, en Madrid, al Periodismo Iberoamericano, por una investigación de 10 meses en la que se develaron las amenazas que recibieron los militares que denunciaron ejecuciones extrajudiciales de civiles.
El detonante fue la decisión de la nueva gerencia de fusionar todas las redacciones –digital, del canal de televisión e impresa–, lo que de facto dejaba a Calderón sin control sobre el equipo para poder hacer investigaciones de largo aliento.
Tras la denucia de Ricardo Calderón, siguieron las de firmas como Alejandro Santos, presidente de Publicaciones Semana, el columnista Antonio Caballero y el ilustrador Vladdo, entre al menos 16 personas.
Daniel Coronell y Daniel Samper Ospina, dos de los articulistas más leídos de Colombia, ya habían salido a principios de 2020 y puesto en marcha el proyecto digital ‘Los Danieles’.
Lo sucedido, sin embargo, va más allá de un simple movimiento en el mercado local de los medios de comunicación. Esta operación de compraventa no supone solo un cambio de fichas. ‘Semana’ fue, desde su refundación en 1982, una de las publicaciones de referencia en Latinoamérica. Y la sucesión de los hechos plasma un relato sobre dos de los frentes abiertos del periodismo: el modelo de negocio y los equilibrios con el poder político.
Al menos en dos ocasiones se dijo públicamente ante algunos redactores que si no hubiera aparecido la familia Gilinski, en enero de 2019, para comprar el 50% de la empresa, ‘Semana’ hubiera tenido que cerrar. (El País/Caracol/Vanguardia.com)