Feria politiquera

Los ecuatorianos tienen derecho a elegir y ser elegidos. Especialmente a elegir, porque el voto es obligatorio, pero, ¿a quién elegir entre tanto binomio presidencial y centenares de candidatos a asambleístas, que se exhiben como feria en plaza pública? Las derechas e izquierdas siguen divididas, y si el pueblo tuviese cultura política o una ideología definida, votaría por el candidato que más se acerque a sus definiciones conceptuales, a sus principios, valores políticos y éticos.

Si alguien aspira a ser presidente de la República o asambleísta, tendría que demostrar conocimientos, méritos y cualidades ciudadanas irrefutables e impecables. Por lo que se ve, muy pocos tendrían un acervo intachable. No es mérito poseer una fortuna bien o mal habida, haber ‘ganado’ millones mediante contratos con el Estado, ser admirador de corruptos o ser corruptos.

Hay candidatos, con poquísimas excepciones, que no demuestran un mínimo de pudor o vergüenza en el momento de convertirse en ‘reelegibles’ para integrar la Asamblea Nacional colmada de inmenso desprestigio y menospreciada por sus electores.

¿Qué democracia es ésta con centenas de movimientos políticos, decenas de partidos ilegal e inmoralmente reconocidos por falsificación de firmas o creados por condenados con sentencias, procesados, prófugos de la justicia o asilados por ‘persecución política’?

¿Qué democracia es ésta, si convoca a elecciones con un CNE de tantos conflictos internos y sin confianza entre los electores? Tampoco existe un padrón electoral depurado. Movimientos, partidos y candidatos se reducirían drásticamente, si el Estado no les financiara, exigiera requisitos mínimos, y pusiera límites al gasto de las campañas electorales. Los corruptos no se reirían del pueblo en la feria politiquera.