Cadena perpetua

La inseguridad ciudadana es una preocupación permanente de los órganos de la administración de justicia, a cuyo cargo está la aplicación regulada, mesurada y equilibrada del poder punitivo del Estado en los términos de lo que establece nuestra Constitución y el Código Orgánico Integral Penal.

No se puede entender el funcionamiento racional de la sociedad si el Estado no ejerce el control de la delincuencia y garantiza los derechos de las personas con normas preestablecidas y órganos de la administración pública dotados de las herramientas legales e implementos para su prevención y sanción.

La delincuencia avanza a pasos agigantados; no hay quién la detenga, mientras la fiscalía dedica su esfuerzo a la investigación del delito en todo el Ecuador, aparecen nuevos escándalos, tal es así que la policía no se abastece con tanto transgresor, cuyo modus operandi es el sicariato, violación, expendio de droga, secuestro, etc., delitos a los cuales se aplican penas muy blandas, lo cual no ha sido la solución para rebajar el índice delictivo. Mucho antes, el delincuente solo robaba en las calles celulares, dinero y joyas; otros en el campo robaban ganado y dinero a los agricultores; pero ahora quienes viven al margen de la ley se han instalado en las diferentes instituciones que manejan el presupuesto del Estado; otros más avezados se han colocado en el IESS, donde está el patrimonio de todos los ecuatorianos, donde se roba el dinero por millones así como la medicina ylos insumos médicos que sin piedad alguna se venden por redes sociales a precios inalcanzables; con el antecedente de que la gente pobre tuvo que morir.

El aumento de la pena no ha dado resultados positivos debido a que el procedimiento procesal permite muchas rebajas y bondades en favor de los reos, hasta tal punto que éstos tienen defensor público propio y pagado por nosotros, que somos las víctimas.

Si todo lo que hemos hecho para mejorar la seguridad no ha tenido éxito, debemos ir más allá, y pensar en la cadena perpetua, con el fin de que el delincuente esté por siempre en el lugar que le corresponde y que de paso, es menos oneroso.

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