Identidad y territorio

Santiago Bravo Sánchez

Garantizar los derechos es un tema de permanente disputa pues implica ceder privilegios y poder. Sin embargo, asegurar su vigencia es parte de vivir en democracia.

Aunque su carácter acrítico puede mostrarlos como una forma para perpetuar relaciones de dominación, su función como instrumento para protección de grupos vulnerables se establece desde una perspectiva emancipadora.

El entenderlos como un marco para legitimar procesos de dominación es un reduccionismo irresponsable y simplista, ya que su valor radica en ampliar las formas de conocer, concebir y la capacidad para transformar un mundo asimétrico y desigual. Por tanto, pensar en derechos, es pensar desde una posición crítica.

Por ejemplo, en días anteriores el asambleísta Villamar llamó a los indígenas «malagradecidos» por su falta de reconocimiento hacia las dádivas del Estado en términos de cesión de territorio. Esta visión limitada desconoce los derechos, historia y relación entre la tierra y las nacionalidades, pueblos indígenas, afroecuatorianos y montuvios. Al respecto, María Piñán, miembro de la Comisión de Mujeres de UNORCAC, menciona que el vínculo del indígena con la tierra es constitutivo e identitario y afirma “el Runa es con tierra, sin ella no existe”.

Nuestra ciudad y provincia llevan el nombre de los Tsáchilas, sin embargo, esta nacionalidad está desplazada del ámbito urbano hacia territorios rurales y periurbanos que no garantizan una vida digna.

Su realidad está atravesada por ríos contaminados, pérdida de bosques y derechos culturales, aprovechamiento de su identidad y saberes.

¿Qué hacer? Es momento de pensar y construir los derechos individuales y colectivos desde una perspectiva intercultural.

[email protected]

Santiago Bravo Sánchez

Garantizar los derechos es un tema de permanente disputa pues implica ceder privilegios y poder. Sin embargo, asegurar su vigencia es parte de vivir en democracia.

Aunque su carácter acrítico puede mostrarlos como una forma para perpetuar relaciones de dominación, su función como instrumento para protección de grupos vulnerables se establece desde una perspectiva emancipadora.

El entenderlos como un marco para legitimar procesos de dominación es un reduccionismo irresponsable y simplista, ya que su valor radica en ampliar las formas de conocer, concebir y la capacidad para transformar un mundo asimétrico y desigual. Por tanto, pensar en derechos, es pensar desde una posición crítica.

Por ejemplo, en días anteriores el asambleísta Villamar llamó a los indígenas «malagradecidos» por su falta de reconocimiento hacia las dádivas del Estado en términos de cesión de territorio. Esta visión limitada desconoce los derechos, historia y relación entre la tierra y las nacionalidades, pueblos indígenas, afroecuatorianos y montuvios. Al respecto, María Piñán, miembro de la Comisión de Mujeres de UNORCAC, menciona que el vínculo del indígena con la tierra es constitutivo e identitario y afirma “el Runa es con tierra, sin ella no existe”.

Nuestra ciudad y provincia llevan el nombre de los Tsáchilas, sin embargo, esta nacionalidad está desplazada del ámbito urbano hacia territorios rurales y periurbanos que no garantizan una vida digna.

Su realidad está atravesada por ríos contaminados, pérdida de bosques y derechos culturales, aprovechamiento de su identidad y saberes.

¿Qué hacer? Es momento de pensar y construir los derechos individuales y colectivos desde una perspectiva intercultural.

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Santiago Bravo Sánchez

Garantizar los derechos es un tema de permanente disputa pues implica ceder privilegios y poder. Sin embargo, asegurar su vigencia es parte de vivir en democracia.

Aunque su carácter acrítico puede mostrarlos como una forma para perpetuar relaciones de dominación, su función como instrumento para protección de grupos vulnerables se establece desde una perspectiva emancipadora.

El entenderlos como un marco para legitimar procesos de dominación es un reduccionismo irresponsable y simplista, ya que su valor radica en ampliar las formas de conocer, concebir y la capacidad para transformar un mundo asimétrico y desigual. Por tanto, pensar en derechos, es pensar desde una posición crítica.

Por ejemplo, en días anteriores el asambleísta Villamar llamó a los indígenas «malagradecidos» por su falta de reconocimiento hacia las dádivas del Estado en términos de cesión de territorio. Esta visión limitada desconoce los derechos, historia y relación entre la tierra y las nacionalidades, pueblos indígenas, afroecuatorianos y montuvios. Al respecto, María Piñán, miembro de la Comisión de Mujeres de UNORCAC, menciona que el vínculo del indígena con la tierra es constitutivo e identitario y afirma “el Runa es con tierra, sin ella no existe”.

Nuestra ciudad y provincia llevan el nombre de los Tsáchilas, sin embargo, esta nacionalidad está desplazada del ámbito urbano hacia territorios rurales y periurbanos que no garantizan una vida digna.

Su realidad está atravesada por ríos contaminados, pérdida de bosques y derechos culturales, aprovechamiento de su identidad y saberes.

¿Qué hacer? Es momento de pensar y construir los derechos individuales y colectivos desde una perspectiva intercultural.

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Santiago Bravo Sánchez

Garantizar los derechos es un tema de permanente disputa pues implica ceder privilegios y poder. Sin embargo, asegurar su vigencia es parte de vivir en democracia.

Aunque su carácter acrítico puede mostrarlos como una forma para perpetuar relaciones de dominación, su función como instrumento para protección de grupos vulnerables se establece desde una perspectiva emancipadora.

El entenderlos como un marco para legitimar procesos de dominación es un reduccionismo irresponsable y simplista, ya que su valor radica en ampliar las formas de conocer, concebir y la capacidad para transformar un mundo asimétrico y desigual. Por tanto, pensar en derechos, es pensar desde una posición crítica.

Por ejemplo, en días anteriores el asambleísta Villamar llamó a los indígenas «malagradecidos» por su falta de reconocimiento hacia las dádivas del Estado en términos de cesión de territorio. Esta visión limitada desconoce los derechos, historia y relación entre la tierra y las nacionalidades, pueblos indígenas, afroecuatorianos y montuvios. Al respecto, María Piñán, miembro de la Comisión de Mujeres de UNORCAC, menciona que el vínculo del indígena con la tierra es constitutivo e identitario y afirma “el Runa es con tierra, sin ella no existe”.

Nuestra ciudad y provincia llevan el nombre de los Tsáchilas, sin embargo, esta nacionalidad está desplazada del ámbito urbano hacia territorios rurales y periurbanos que no garantizan una vida digna.

Su realidad está atravesada por ríos contaminados, pérdida de bosques y derechos culturales, aprovechamiento de su identidad y saberes.

¿Qué hacer? Es momento de pensar y construir los derechos individuales y colectivos desde una perspectiva intercultural.

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