Gobernar con miedo

Rodrigo Contero Peñafiel

Los complejos de inferioridad o superioridad suelen frenar las oportunidades históricas y responsabilidades políticas ineludibles que tienen las personas, para gobernar con el auténtico poder que se adquiere para hacer una administración de acuerdo con las posibilidades y circunstancias que los pueblos requieren.

Todos tenemos compromisos individuales y colectivos con el país; cuando se gobierna hay que saber compartir el éxito y el fracaso de las decisiones que se toman y se ponen en práctica en conjunto con autoridades y funcionarios que trabajan en la administración pública, sean estos técnicos o políticos.

Un gobierno receloso de sí mismo nunca podrá obtener la confianza de la ciudadanía. En política existen maniobras tortuosas y manipulaciones ocultas que vuelven suspicaces a sus actores; en muchas ocasiones los dirigentes políticos deben examinar acuerdos realizados con anterioridad y estar dispuestos a ceder para ganar, es decir, negociar, no engañar ni engañarse a sí mismos. Los proyectos a corto plazo son un grave error y fracasan pronto.

Una administración responsable no requiere de promesas ni confrontaciones intrascendentes que aplace el progreso; se necesita armonía, acuerdos y compromisos realizables a todo nivel. Los graves problemas políticos y económicos que viene arrastrando el país por muchos años, pueden llevarle al fracaso; los verdaderos líderes tienen personalidad y cordura, no atentan contra la seguridad del Estado, no obstante, hay personas que se empecinan en auto aislarse y otras en huir con premura.

Los problemas no se resuelven con la misma idea que se crearon; se necesitan nuevos enfoques, diálogos y debates que den lugar a soluciones en el mediano y largo plazo. Encontrar los diagnósticos acertados, proponer trabajos viables, hallar los mecanismos necesarios para despejar las dificultades, aplicar procesos adecuados y posibles, encontrar soluciones a los problemas es el éxito de una administración. Despejar las disputas internas que impiden el trabajo en equipo evita que la gente viva cuidándose las espaldas. El país no es una isla aparte y no puede quedar aislado, se debe gobernar sin temor.

[email protected]

Rodrigo Contero Peñafiel

Los complejos de inferioridad o superioridad suelen frenar las oportunidades históricas y responsabilidades políticas ineludibles que tienen las personas, para gobernar con el auténtico poder que se adquiere para hacer una administración de acuerdo con las posibilidades y circunstancias que los pueblos requieren.

Todos tenemos compromisos individuales y colectivos con el país; cuando se gobierna hay que saber compartir el éxito y el fracaso de las decisiones que se toman y se ponen en práctica en conjunto con autoridades y funcionarios que trabajan en la administración pública, sean estos técnicos o políticos.

Un gobierno receloso de sí mismo nunca podrá obtener la confianza de la ciudadanía. En política existen maniobras tortuosas y manipulaciones ocultas que vuelven suspicaces a sus actores; en muchas ocasiones los dirigentes políticos deben examinar acuerdos realizados con anterioridad y estar dispuestos a ceder para ganar, es decir, negociar, no engañar ni engañarse a sí mismos. Los proyectos a corto plazo son un grave error y fracasan pronto.

Una administración responsable no requiere de promesas ni confrontaciones intrascendentes que aplace el progreso; se necesita armonía, acuerdos y compromisos realizables a todo nivel. Los graves problemas políticos y económicos que viene arrastrando el país por muchos años, pueden llevarle al fracaso; los verdaderos líderes tienen personalidad y cordura, no atentan contra la seguridad del Estado, no obstante, hay personas que se empecinan en auto aislarse y otras en huir con premura.

Los problemas no se resuelven con la misma idea que se crearon; se necesitan nuevos enfoques, diálogos y debates que den lugar a soluciones en el mediano y largo plazo. Encontrar los diagnósticos acertados, proponer trabajos viables, hallar los mecanismos necesarios para despejar las dificultades, aplicar procesos adecuados y posibles, encontrar soluciones a los problemas es el éxito de una administración. Despejar las disputas internas que impiden el trabajo en equipo evita que la gente viva cuidándose las espaldas. El país no es una isla aparte y no puede quedar aislado, se debe gobernar sin temor.

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Rodrigo Contero Peñafiel

Los complejos de inferioridad o superioridad suelen frenar las oportunidades históricas y responsabilidades políticas ineludibles que tienen las personas, para gobernar con el auténtico poder que se adquiere para hacer una administración de acuerdo con las posibilidades y circunstancias que los pueblos requieren.

Todos tenemos compromisos individuales y colectivos con el país; cuando se gobierna hay que saber compartir el éxito y el fracaso de las decisiones que se toman y se ponen en práctica en conjunto con autoridades y funcionarios que trabajan en la administración pública, sean estos técnicos o políticos.

Un gobierno receloso de sí mismo nunca podrá obtener la confianza de la ciudadanía. En política existen maniobras tortuosas y manipulaciones ocultas que vuelven suspicaces a sus actores; en muchas ocasiones los dirigentes políticos deben examinar acuerdos realizados con anterioridad y estar dispuestos a ceder para ganar, es decir, negociar, no engañar ni engañarse a sí mismos. Los proyectos a corto plazo son un grave error y fracasan pronto.

Una administración responsable no requiere de promesas ni confrontaciones intrascendentes que aplace el progreso; se necesita armonía, acuerdos y compromisos realizables a todo nivel. Los graves problemas políticos y económicos que viene arrastrando el país por muchos años, pueden llevarle al fracaso; los verdaderos líderes tienen personalidad y cordura, no atentan contra la seguridad del Estado, no obstante, hay personas que se empecinan en auto aislarse y otras en huir con premura.

Los problemas no se resuelven con la misma idea que se crearon; se necesitan nuevos enfoques, diálogos y debates que den lugar a soluciones en el mediano y largo plazo. Encontrar los diagnósticos acertados, proponer trabajos viables, hallar los mecanismos necesarios para despejar las dificultades, aplicar procesos adecuados y posibles, encontrar soluciones a los problemas es el éxito de una administración. Despejar las disputas internas que impiden el trabajo en equipo evita que la gente viva cuidándose las espaldas. El país no es una isla aparte y no puede quedar aislado, se debe gobernar sin temor.

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Los complejos de inferioridad o superioridad suelen frenar las oportunidades históricas y responsabilidades políticas ineludibles que tienen las personas, para gobernar con el auténtico poder que se adquiere para hacer una administración de acuerdo con las posibilidades y circunstancias que los pueblos requieren.

Todos tenemos compromisos individuales y colectivos con el país; cuando se gobierna hay que saber compartir el éxito y el fracaso de las decisiones que se toman y se ponen en práctica en conjunto con autoridades y funcionarios que trabajan en la administración pública, sean estos técnicos o políticos.

Un gobierno receloso de sí mismo nunca podrá obtener la confianza de la ciudadanía. En política existen maniobras tortuosas y manipulaciones ocultas que vuelven suspicaces a sus actores; en muchas ocasiones los dirigentes políticos deben examinar acuerdos realizados con anterioridad y estar dispuestos a ceder para ganar, es decir, negociar, no engañar ni engañarse a sí mismos. Los proyectos a corto plazo son un grave error y fracasan pronto.

Una administración responsable no requiere de promesas ni confrontaciones intrascendentes que aplace el progreso; se necesita armonía, acuerdos y compromisos realizables a todo nivel. Los graves problemas políticos y económicos que viene arrastrando el país por muchos años, pueden llevarle al fracaso; los verdaderos líderes tienen personalidad y cordura, no atentan contra la seguridad del Estado, no obstante, hay personas que se empecinan en auto aislarse y otras en huir con premura.

Los problemas no se resuelven con la misma idea que se crearon; se necesitan nuevos enfoques, diálogos y debates que den lugar a soluciones en el mediano y largo plazo. Encontrar los diagnósticos acertados, proponer trabajos viables, hallar los mecanismos necesarios para despejar las dificultades, aplicar procesos adecuados y posibles, encontrar soluciones a los problemas es el éxito de una administración. Despejar las disputas internas que impiden el trabajo en equipo evita que la gente viva cuidándose las espaldas. El país no es una isla aparte y no puede quedar aislado, se debe gobernar sin temor.

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