Empresa con visión, fuente de Paz

Toda empresa humana exige paz, amor y visión de futuro. Matrimonio, familia; su buena educación… son las primeras e importantes empresas de la vida. Éstas exigen, además de visión de futuro, una pacificadora visión de eternidad; no solo porque todos tenemos un árbol genealógico y un proyecto de vida personal; sino porque, si consideramos que todo ser humano es hijo de Dios, nuestra vida es eterna desde Él por siempre y con Él para siempre. Esta es la oferta del mayor y mejor pacificador histórico: Jesucristo.

En la Universidad tenemos el reto de formar profesionales-emprendedores, dispuestos a dar trabajo a otros; lo que exige visión, además de considerar que el “capital” más importante de cualquier empresa son las personas, capaces de elevar su visión de futuro a una pacífica visión de eternidad. Solo desde esta visión el capital se reinvierte, mejora su capacidad productiva, da paz y seguridad a la empresa, por la fidelidad inalterable de nuestro divino Garante.

Una es la empresa sana, pacífica, con visión; otra la enferma, llamada a desaparecer. Dice Gregorio de Nisa: Quienes confían en Dios reciben en sí mismos las características de la naturaleza divina, los que recurren a la vanidad de los ídolos se convierten en aquello en lo que confían y, de ser hombres, se transforman en piedras. El peor ídolo que puede haber en la empresa es todo lo que la convierte en inhumana: malos tratos, intereses egóticos, falta de amor, de paz, de espíritu de servicio. Esto petrifica la empresa, traiciona su visión-misión, el clima laboral, la gestión; con lo que lloraremos su autodestrucción, la pérdida de la paz y la infelicidad de su fracasado personal.

[email protected]

Toda empresa humana exige paz, amor y visión de futuro. Matrimonio, familia; su buena educación… son las primeras e importantes empresas de la vida. Éstas exigen, además de visión de futuro, una pacificadora visión de eternidad; no solo porque todos tenemos un árbol genealógico y un proyecto de vida personal; sino porque, si consideramos que todo ser humano es hijo de Dios, nuestra vida es eterna desde Él por siempre y con Él para siempre. Esta es la oferta del mayor y mejor pacificador histórico: Jesucristo.

En la Universidad tenemos el reto de formar profesionales-emprendedores, dispuestos a dar trabajo a otros; lo que exige visión, además de considerar que el “capital” más importante de cualquier empresa son las personas, capaces de elevar su visión de futuro a una pacífica visión de eternidad. Solo desde esta visión el capital se reinvierte, mejora su capacidad productiva, da paz y seguridad a la empresa, por la fidelidad inalterable de nuestro divino Garante.

Una es la empresa sana, pacífica, con visión; otra la enferma, llamada a desaparecer. Dice Gregorio de Nisa: Quienes confían en Dios reciben en sí mismos las características de la naturaleza divina, los que recurren a la vanidad de los ídolos se convierten en aquello en lo que confían y, de ser hombres, se transforman en piedras. El peor ídolo que puede haber en la empresa es todo lo que la convierte en inhumana: malos tratos, intereses egóticos, falta de amor, de paz, de espíritu de servicio. Esto petrifica la empresa, traiciona su visión-misión, el clima laboral, la gestión; con lo que lloraremos su autodestrucción, la pérdida de la paz y la infelicidad de su fracasado personal.

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Toda empresa humana exige paz, amor y visión de futuro. Matrimonio, familia; su buena educación… son las primeras e importantes empresas de la vida. Éstas exigen, además de visión de futuro, una pacificadora visión de eternidad; no solo porque todos tenemos un árbol genealógico y un proyecto de vida personal; sino porque, si consideramos que todo ser humano es hijo de Dios, nuestra vida es eterna desde Él por siempre y con Él para siempre. Esta es la oferta del mayor y mejor pacificador histórico: Jesucristo.

En la Universidad tenemos el reto de formar profesionales-emprendedores, dispuestos a dar trabajo a otros; lo que exige visión, además de considerar que el “capital” más importante de cualquier empresa son las personas, capaces de elevar su visión de futuro a una pacífica visión de eternidad. Solo desde esta visión el capital se reinvierte, mejora su capacidad productiva, da paz y seguridad a la empresa, por la fidelidad inalterable de nuestro divino Garante.

Una es la empresa sana, pacífica, con visión; otra la enferma, llamada a desaparecer. Dice Gregorio de Nisa: Quienes confían en Dios reciben en sí mismos las características de la naturaleza divina, los que recurren a la vanidad de los ídolos se convierten en aquello en lo que confían y, de ser hombres, se transforman en piedras. El peor ídolo que puede haber en la empresa es todo lo que la convierte en inhumana: malos tratos, intereses egóticos, falta de amor, de paz, de espíritu de servicio. Esto petrifica la empresa, traiciona su visión-misión, el clima laboral, la gestión; con lo que lloraremos su autodestrucción, la pérdida de la paz y la infelicidad de su fracasado personal.

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Toda empresa humana exige paz, amor y visión de futuro. Matrimonio, familia; su buena educación… son las primeras e importantes empresas de la vida. Éstas exigen, además de visión de futuro, una pacificadora visión de eternidad; no solo porque todos tenemos un árbol genealógico y un proyecto de vida personal; sino porque, si consideramos que todo ser humano es hijo de Dios, nuestra vida es eterna desde Él por siempre y con Él para siempre. Esta es la oferta del mayor y mejor pacificador histórico: Jesucristo.

En la Universidad tenemos el reto de formar profesionales-emprendedores, dispuestos a dar trabajo a otros; lo que exige visión, además de considerar que el “capital” más importante de cualquier empresa son las personas, capaces de elevar su visión de futuro a una pacífica visión de eternidad. Solo desde esta visión el capital se reinvierte, mejora su capacidad productiva, da paz y seguridad a la empresa, por la fidelidad inalterable de nuestro divino Garante.

Una es la empresa sana, pacífica, con visión; otra la enferma, llamada a desaparecer. Dice Gregorio de Nisa: Quienes confían en Dios reciben en sí mismos las características de la naturaleza divina, los que recurren a la vanidad de los ídolos se convierten en aquello en lo que confían y, de ser hombres, se transforman en piedras. El peor ídolo que puede haber en la empresa es todo lo que la convierte en inhumana: malos tratos, intereses egóticos, falta de amor, de paz, de espíritu de servicio. Esto petrifica la empresa, traiciona su visión-misión, el clima laboral, la gestión; con lo que lloraremos su autodestrucción, la pérdida de la paz y la infelicidad de su fracasado personal.

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