XAVIER MORÁN FERNÁNDEZ
Dícese de aquellas personas que se pueden adaptar a cualquier medio de manera inmediata, sin mucho esfuerzo y sacrificio, para pasar desapercibidos y a veces tras su disfraz esconder propósitos diferentes a los que pregona.
Nuestra clase política no dista mucho de este concepto, ya que su actuar antes de ostentar el poder público, es de lo más sublime, amoroso, solidario y patriótico, logrando penetrar en los sentimientos de la gente gracias a que saben descifrar el estado emocional de un gran conglomerado humano, cercado en este caso no solo en Ecuador sino a nivel de Latinoamérica, de los populistas, caudillos, mártires o mesías; quienes a viva voz y con el pecho al descubierto, lanzan vítores cargadas de promesas que a una sociedad con analfabetismo político, embriaga y encanta.
Este ha sido uno de los males sociales con los que varias generaciones hemos nacido y crecido, lamentablemente nuestros ascendientes, sean abuelos, padres, etc., en su mayoría sufrieron el mal del conformismo político, dejando que las mismas castas o élites sigan dominando el escenario político y a la vez el poder económico en nuestro país; de vez en cuando surgieron voces que se levantaron, pero no tuvimos la argucia e inteligencia para descifrar que aquellos grupos contestatarios lo único que aspiraban es cooptar el dominio que desde lejos siempre lo miraron con celo y envidia.
Lamentablemente los representantes de las derechas o izquierdas ideológicas, cuando han estado en el poder, lo que han hecho es contribuir al deterioro de nuestra nación, sus tesis o planteamientos ideológicos han prevalecido por encima de las aspiraciones populares, logrando en si una apatía absoluta de la sociedad hacia el ejercicio de la política; a estas alturas no podemos negar que todos estos shows estuvieron siempre orquestados por estas mafias de la politiquería criolla, para turnarse en periodos medianos y gobernar a su interés y voluntad.
El Ecuador se va descalabrando por culpa de estos camaleones de la política, no necesitamos caer otra vez en desgracia para que los ciudadanos entendamos que debemos dejar al desnudo a estos saltimbanquis que osan seguir gobernándonos.