Abstención

PATRICIO CÓRDOVA CEPEDA

Cuando uno sale de casa por cualquier actividad, sea por poco tiempo o por algunos días, lo menos que se espera es regresar pronto al hogar, al sitio que le propina calor, cariño, seguridad, respeto, dignidad. Si los habitantes de un país optan por migrar a otro o se ven obligados a hacerlo por circunstancias económicas, sociales o políticas, abandonan sus lugares de nacimiento, es porque algo está pasando y ese algo con seguridad es grave o fuerte para tomar una decisión tan difícil.

La migración desde Venezuela al resto de sitios del mundo, incluyendo el nuestro, resulta agobiante y es la muestra de las lamentables condiciones de vida en ese país. Provoca, además, cambios en las naciones que los reciben, no solamente por el tema cultural sino por la necesidad de vivienda, alojamiento, alimentación, trabajo, empleo y más circunstancias obvias.

El pasado domingo en Venezuela acudieron a las urnas para elegir Presidente de la República, cuyo proceso estuvo marcado por una tremenda abstención de su pueblo, más del 70 por ciento no votaron. Esa falta de legitimidad popular, sumada a la visión internacional de cuestionamientos a un gobierno terco, indolente, con violación permanente de los derechos humanos, hace que el porvenir de ese hermano país sea incierto, que pueda pasar lo peor, que continúe el constante enfrentamiento entre sus ciudadanos, que se mantenga un poder concentrador, nada democrático, liderado por un hombre sin ningún tipo de preparación intelectual y lleno de poses populistas.

Que el Supremo se apiade de Venezuela, que las claras cifras de abstención electoral permita a todos darse cuenta de la terrible situación, con la aspiración honesta que la comunidad mundial intervenga para que cese este demencial ambiente.