El Paso convierte su dolor en fortaleza

NÚMERO. El 85% de la población de la ciudad fronteriza, donde se realizó la matanza, es latina.
NÚMERO. El 85% de la población de la ciudad fronteriza, donde se realizó la matanza, es latina.

Redacción EE.UU.,
EFE

En la ciudad fronteriza estadounidense de El Paso se sigue honrando a las víctimas del ataque racista contra latinos de hace dos semanas, como si cada una de ellas formara parte de una misma familia, bajo la persistente amenaza de la retórica del odio.

“Esto puede volver a pasar, porque no se está reconociendo que lo que lo provocó son las armas, dentro de un discurso de odio antimigrante alentado por un presidente de Estados Unidos”, afirmó el psicólogo forense y criminólogo Óscar Máynez.

Lo que hace a El Paso una de las ciudades más seguras de Estados Unidos es tener una población 85 % latina, justamente lo que llevó al joven supremacista blanco Patrick Crusius a viajar nueve horas en carretera para disparar contra quienes se encontraban en un Walmart donde los principales clientes son mexicanos.

“Lo que previene las disfuncionalidades, en un país donde existe el Estado de Derecho, es la cultura hispana más centrada en la familia, en estar pendiente de los hijos, del vecino, y el ser una ciudad de inmigrantes que vienen a trabajar duro y son agradecidos con las oportunidades que les ofrece Estados Unidos”.

El suceso

En el centro comercial Cielo Vista, donde el 3 de agosto fueron asesinadas 22 personas y heridas otras 24 por tener apariencia latina, los residentes llevaron espontáneamente desde el mismo día de la matanza flores, globos, banderas de Estados Unidos, México y Texas, y letreros con mensajes contra el racismo.

Se dicen que fueron 22 personas las víctimas, pero todos lo somos. Cualquiera de nosotros podemos morir por ser hispanos”. Gabriela Castañeda, líder de Movement Mujeres.

La gente acude cotidianamente al lugar, donde las flores frescas conviven con las marchitas por el sol del desierto junto a unas vallas detrás del estacionamiento del centro comercial.

Hay quienes realizan las danzas ancestrales de los matachines, cantan con un mariachi las canciones del compositor mexicano Juan Gabriel, lloran por quienes conocieron cuando ya estaban muertos o acuden a orar y dejar sus mensajes.

“Mi sobrino iba a la escuela con uno de los muchachos asesinados; pienso que le pudo haber tocado a él. Todos estamos ahora en peligro por ser de mexicanos”, dice a EFE Mary Gutiérrez, cargando como ofrenda un oso de peluche que fue de sus hijos que están en el Ejército.

Contraparte

Los antimigrantes iniciaron una campaña reunidos en el grupo ‘We Build the Wall’ (Nosotros Construimos el Muro) para recaudar fondos en internet y construir un muro fronterizo en tierras privadas.

En este muro privado, que mira a Ciudad Juárez (México), se celebró dos semanas antes de la matanza una conferencia a la que asistió el hijo homónimo del presidente Trump, en la que se hicieron eco de las mismas palabras del mandatario y con las que el asesino justificaría en un manifiesto sus acciones.

El Dato
Hay quienes temen hablar español en público. Para Fernando García, director de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos (BNHR, por sus siglas en inglés), El Paso está ahora en una transición del luto a la reflexión y la acción.

Al cruzar uno de los puentes fronterizos desde Ciudad Juárez (México) hacia El Paso, lo primero que se divisa ahora son letreros con el lema ‘El Paso Strong’ (El Paso Fuerte) en autobuses, tiendas, camisetas y pulseras. Es el lema que comenzó a utilizar la Fundación de El Paso para vender productos y ayudar a las víctimas de la masacre.

“Cuando lees que alguien lleva la frase, te sientes más segura”, dice Gabriela Castañeda, una de las 25 líderes que forman parte del proyecto piloto Movement Mujeres, para que latinas ocupen posiciones de Gobierno en Texas.