Búsqueda detectivesca nacional

Manuel Castro M.

Lo que sucede en el mundo desde luego influye en algo en nuestro país; lo que sucede en el país es materia de conversación, nada más; lo que sucede en la casa, grande o pequeña o dolosamente mísera, es por lo que vivimos, generalmente. Hay grandes señores para los cuales tener dos o tres casas o celulares, poder o diversiones es por lo que viven, es el consumismo profundo. Tenemos que ponernos en contacto con nuestra realidad para ver si los ecuatorianos tenemos algún sentido de lo que queremos, no precisamente un plan o proyecto, pues como decía Unamuno no somos edificio, por lo que debemos vivir desde “adentro”, que es la plena realización del ser humano. No buscar la verdad mirando alrededor sino dentro de uno mismo. Parodiando a Sócrates: “Conozcámonos a nosotros mismos”.

Me atrevo a decir que los textos de “auto motivación” son trucos para, además de hacer libros vendibles, alimenta la ilusión de que si nos proponemos todo es posible, un campeonato mundial de fútbol, ganar los Giros de Italia, España y Francia, ser millonario, que los hijos sean inteligentes, el marido fiel y el gobierno perfecto.

Me tiene hasta el “cuello” que más deslumbren esas obras con tufo literario (tomadas de leyendas, anécdotas y de grandes autores que precisamente no querían motivar, sino buscar con ansias la verdad, sorprendiendo con sus profundas visiones del hombre y su destino, porque ocultarlo: siempre mejor aunque igual en sus desatinos y fracasos) que en la trascendencia del ser humano. Borges afirmaba: “El triunfo y el fracaso son dos impostores”.

Como en un homicidio misterioso que estudia las escenas del crimen, precisamos de una labor detectivesca para descubrir nuestra realidad y significado. Hurgar para ver si siempre vamos a ser lo mismo, enfrentados en pequeñas discusiones, viviendo en el abismo político: estabilidad aunque haya corrupción; corrupción pero con obras; aborto financiado sin dolor físico o moral; matrimonio igualitario mejor que soltería bien administrada; salvar la casa así se desplome la ciudad o el país; cuidar del perro, aunque no dé votos ni vetos.

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