París vs. Sri Lanka

ANDRÉS GÓMEZ CARRIÓN

En los últimos días dos hechos marcaron las portadas de los principales medios de comunicación del mundo. Por un lado, el desafortunado incendio que se desató en la Catedral de Notre Dame en París. Y por otro, los múltiples atentados en Sri Lanka en contra de la sociedad civil.

No obstante, a pesar de que la cantidad de pérdidas humanas fue considerablemente mayor en el país asiático, lo sucedido en París acaparó mayor atención mediática tanto tradicional como digital. A renglón seguido, la indignación de cierta porción poblacional quedo expuesta exigiendo que lo que sucede en continentes externos a Europa sea tratado con la misma rigurosidad, creando también conexión con lo que ocurre en Siria, Iraq, Afganistán, Jordania, El Salvador, Palestina, Irán y demás.

Producto de eso es necesario hacer un análisis explicativo, que de ninguna forma se convierte en un justificativo.

La máxima, que podría parecer una obviedad, es que todo evento desafortunado o afortunado que exista en Europa, o en países hegemones como Rusia, Estados Unidos o China tendrá mayor repercusión que si sucediera ese mismo hecho en cualquier otra parte del globo.

Lo que hay que destacar es que esto no responde a que los derechos o las vidas de seres humanos europeos sean más importantes que las demás, es impertinente caer en esta discusión.

Sin embargo, esta realidad sí responde a que estos lugares se configuran en los centros de poder económico, político, social, histórico y militar de todo el planeta. Por ende, cualquier hecho que suceda en esos territorios puede poner en jaque al orden mundial.

Esto se denomina capacidad de externalización, por eso, así como un hecho A en Estados Unidos repercute más que si ocurriera ese mismo hecho A en Paraguay, sucederá lo mismo con un suceso B en México o ese mismo suceso B en Bolivia. Esta realidad es parte también del mantenimiento del statu quo del sistema global.

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