Educación del futuro

Oswaldo Aguilera Ortiz

Según la última Cumbre Mundial para la Innovación de la Educación, los sistemas educativos de todo el mundo sufrirán grandes modificaciones de aquí a 2030 propiciados por la revolución tecnológica. En la escuela del futuro, las clases magistrales desaparecerán y el profesor ya no ejercerá sólo como transmisor de conocimientos, sino que tendrá como principal misión guiar al alumno a través de su propio proceso de aprendizaje. El currículo estará personalizado a la medida de las necesidades de cada estudiante y las habilidades personales o prácticas serán más valoradas que los conocimientos académicos. Las llamadas habilidades blandas, como la capacidad de hablar en público, de trabajar en equipo, de adaptarse a los imprevistos, cobraran más importancia en el aprendizaje, que se desarrollará a lo largo de toda la vida del alumno y no se limitará sólo a la etapa de formación obligatoria, entre los seis y los 18 años y a la universidad; Internet será la principal fuente del saber, incluso más que el colegio, y el inglés se consolidará como la lengua global de la enseñanza.

La educación será más cara, los estudiantes se convertirán en clientes que invertirán su dinero y serán más exigentes en cuanto a sus expectativas educativas. Cambiarán también los horarios y la frontera entre colegio y hogar se desdibujará y el aprendizaje no se restringirá a unas horas y a unos lugares concretos. En cuanto a los deberes también se suscitarán cambios debido a que casi todo será deberes, en horarios libres, despertando en los alumnos la necesidad de seguir buscando documentación, de informarse, de compartir conocimientos y de despertarles el gusto por la investigación. Cientos de países del mundo han exhibido interés por ser parte de este proceso innovador, el Ecuador no aparece, demostrando que no le interesa un verdadero proceso de reforma al sistema educativo, que vaya a la par con los cambios que experimenta el mundo moderno.

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