Reflexiones en tiempo de elecciones

Por: Dr. Hugo Fernando Lojan, MSC

No soy político. Soy un ciudadano más a quien los políticos han hecho sentir importante en estos tiempos de campaña; y no podría ser de otra manera si su futuro depende de nuestra elección.

En efecto, por ahora, el poder es ciudadano y deberíamos administrarlo bien para no disiparlo en los insensibles de siempre que si algo hicieron fue estropear nuestra economía, al punto que hemos pasado de vivir a sobrevivir.

Para percibir esta crisis no es necesaria tanta preparación, es más ni siquiera se precisan dotes de economista –y no es que ansíe tenerlos tampoco pues ya vi como un economista bañado en honoris causa sobre endeudó a toda una población hasta su tercera generación–, siendo un simple ciudadano me doy cuenta, por la información que busco y por las lecturas que doy, que hoy en día la situación aquí y en otros lugares del mundo va de mal en peor, y no es cuestión de ser pesimista ni optimista, basta con informarse lo suficiente para ser realista.

Sin cambios

Hemos presenciado gobiernos capitalistas y socialistas; todos ofertaron concordantemente: Acabar con la pobreza y erradicar la corrupción. En eso han pasado cien años y la soledad del objetivo cunde.

Lo risible es que, cada vez votamos por las mismas locuciones y los mismos locutores, sin ningún provecho. Carlos Gaviria Díaz, presagiaba al respecto, que un vencedor político jamás combatirá la pobreza porque necesita de ella para ganar elecciones. Para evitar estos sarcasmos justamente, nosotros los ciudadanos, no tenemos otro remedio más que interesarnos sí o sí en la política, eligiendo con sobriedad para evitar que exploten nuestra ingenuidad.

De hecho, una manera de mitigar esa atiborrada malversación del pasado, es apelando a la conciencia ciudadana, al pueblo en sí. Pueblo que tras 10 años de falsas ideologías y fanatismos desmesurados, sufre aún las consecuencias del sectarismo apabullante. Pero bueno, ya estamos despertando de ese letargo avezado y separatista, para dialogar con nuestros semejantes en pro de un mejor destino para todos. Olvidando las izquierdas y las derechas, que nos fragmentaron, nos aniquilaron y al fin y al cabo, ni el uno ni el otro tenía razón. Unidos podemos cambiar la historia pero desunidos estamos condenados al fracaso.

Por ende, los postulantes a cargos de libre elección deben saber que delante, tienen aglutinado un tejido humano fuerte, constituido en su real contrapeso en caso de que decidan abstraerse de sus ferias de campaña.

Ojo, no tengo nada contra los políticos, es más, me encantaría verlos siempre comiendo el polvo del pueblo y no solo, en épocas de elecciones. Con seguridad, acercándose al pobre, desayunando su hambre y bebiendo su sed, de forma constante y sincera; obtendrían el favor popular sin necesidad de invertir tantas sumas de dinero en la lid. Dinero que luego obvio necesitará recuperarse ya que nadie invierte sin ánimo de lucro aunque se torne riesgoso porque se tratará de peculio público.

Qué va a pasar con la lid electoral que se avecina, nadie lo sabe. Lo que sí se conoce es que el de hoy es un auditorio refractario más consciente de sus derechos y deberes; empoderado del rol interventor asignado en la Ley de Participación Ciudadana y Control Social; un conglomerado que está decidido a fiscalizar directamente en «profundo compromiso con el presente y con el futuro» de la nación y la Constitución.

EL DATO

La oficina jurídica está ubicada en la calle Latacunga y Machala, esq. edificio Vega Ledesma. Fono: 09 95 55 12 23.