ENTREVISTA: Sandra Araya: ‘Todos tenemos un precio que pagar’

Escritora. Se desempeña también como editora. Es directora de Doble Rostro.
Escritora. Se desempeña también como editora. Es directora de Doble Rostro.

Sandra Araya tiene la mirada fija, como si apuntara un arma, cuando sus labios disparan: “Los seres humanos somos una especie violenta, somos caníbales”. No duda ni un instante al pronunciar estas palabras.

Ella tampoco vacila en cada una de las páginas de ‘El espía, la carnada, el precio’ (El Conejo, 2018). Se trata de una novela negra donde ronda el agente Tomás Donoso, quien está tras la pista de un asesino en serie.

Él, en medio de los incidentes, se encontrará con Mariana, una mujer que le apasiona, porque es tan misteriosa como los crímenes de la historia.

Araya no solo propone un thriller policial, pues entreteje una historia que da cuenta de las dinámicas del ‘mundillo cultural’; además que, sin caer en parábolas, reflexiona sobre el dar voces a esos crímenes que quedan relegados de la mediatización.

Escritora que se desdobla de su rol de editora al publicar sus propios libros -“porque sería infame editarse a uno mismo”-, comparte el precio de publicar esta obra, el precio de escribir.

Siempre se habla de los beneficios de la literatura. Tras conocer a tu personaje Mariana, ¿cuáles son los peligros de leer y escribir?
El peligro está en que obtengas las respuestas de lo que andabas buscando. Leer es una actividad que me produce paz, pero también me ayuda a responderme y plantearme nuevas preguntas. Ahora, escribir me parece una cuestión más peligrosa. Con la escritura, de alguna manera, te desnudas, y estás proponiendo tu manera de entender el mundo, de mirarlo.

Desnudarse siempre es un riesgo…
Esa mirada alguien puede acogerla o malinterpretarla. Al desnudarte, la gente puede malinterpretar el gesto y ese es un riesgo que corre toda persona que escribe desde el tuétano, desde realmente lo que quiere decir, y ocultar.

¿Tú lo haces desde ahí?
Sí, siempre escribo desde el punto donde quiero mostrar ciertas cosas. Trato de no develar mis inquietudes, pero terminan aflorando.

En tus libros, siempre cuidas el lenguaje, el habla. Si se piensa en la forma en que se rellena la boca de las asesinadas, ¿se ratifica eso de que hay que cuidar las palabras, pues ‘por su boca cae el pez’?
Cuando escribo trato de ser muy cuidadosa. Esto, no por ser correcta: lo hago por ser precisa. No soy mucho de describir ambientes, soy una narradora más introspectiva. Entonces, cuando me toca describir lugares o situaciones como la muerte de estas mujeres, me pongo aún más puntillosa y, en este libro, lo hago para contrarrestar ese desparpajo o desdén de los policías al referirse a esos casos.

No hay tanto desparpajo en el agente Tomás Donoso…
Tomás Donoso es un policía que quiere cumplir con su deber, pero el sistema es el que no lo va a ayudar. Ahora, en él también está el deseo frente a una misteriosa mujer, y las pistas que ella va dejando.

¿Cuál es el precio que se paga cuando se hace lo que le gusta?
Todos tenemos un precio que pagar, como se dice en la novela. Algunos lo siguen negociando.

¿Sigues negociando?
Estoy tratando de negociar con mi conciencia. Lo que sí tengo claro, es que parte del precio es dedicarle menos tiempo a la gente que amo. Por suerte, en estos tiempos hay un gran invento que se llama papá, y mi hijo puede pasar la mitad del tiempo con él. No creo que sea una mala madre, pese a que vivo cargada de culpas. Espero que mi hijo, cuando crezca, entienda que escribir es mi ejercicio catártico para mantenernos bien a ambos.

¿Prefieres ser espía o carnada?
Para ser una buena espía, debes ser buena carnada.

¿Has sido ambas?
Sí, alguna vez me ha tocado serlo (risas).

Más allá de los crímenes, ¿el libro es un guiño a las dinámicas y códigos de nuestro ‘mundo cultural’?
Puede ser. No lo hice de una manera conciente. Este libro lo empecé a escribir cuando me relacioné con el ‘mundillo cultural’, como le llamo. Al inicio estás en las nubes porque conoces a unos tipos que crees que son geniales, pero pasan los años y te das cuenta que no lo son. Empiezas a ver esos códigos y escondrijos donde se van destapando muchas cosas hasta encontrarte con la hipocresía. Esto no solo sucede tan solo en el mundillo cultural: está en todos los mundillos… Sí, pasa el tiempo y te das cuenta que muchas cosas del mundillo te aburren, que lo que realmente vale es el trabajo duro. Mira, a los jóvenes que quieren ser parte de ese mundillo, solo les diría que lo piensen bien.

Hay cosas que quedan en el pasado. Pienso en Tomás Donoso y ese pasado familiar que lo persigue. Pienso en tus personajes y su arraigo a lo que les antecede. ¿Cuánto pesa el pasado en ti?
Un montón. No soy de esas personas que vive pensando en el futuro. Soy de las que vive el día a día, pero estoy conciente que mi presente está marcado, y mucho, por lo que me ha sucedido. Tardo mucho en impactarme por las cosas que me suceden, sobre todo las terribles, y en el presente asimilo eso que me pasó. (DVD)

FRASE

Para ser una buena espía, debes ser buena carnada”.

Sandra Araya

Perfil

° Escritora y editora ecuatoriana (Quito, 1980). Estudió Comunicación y Literatura en la PUCE. Dirige la editorial Doble Rostro. Ha publicado ‘Orange’, ‘La familia del Dr. Lehman (Premio La Linares 2015), ‘El lobo’, ‘Un suceso extraño’. Prepara su novela ‘El cielo’, de la que ha mostrado adelantos en ‘El cielo por partes’.