XAVIER MORÁN FERNÁNDEZ
Con los sucesos acontecidos en Posorja vienen a mi mente una serie de inquietudes, interrogantes y malestar; será acaso que seguimos apertrechados en el tiempo y vivimos aún en tiempos de las cavernas donde no solo cumplimos el rol de juzgadores sino también de justicieros, estamos involucionando a pesar del avance en diversas áreas especialmente la tecnología, hemos dejado acaso de creer en la forma en que se aplica la sagrada justicia, gritamos democracia pero fomentamos la anarquía, nos rasgamos las vestiduras y hacemos justas nuestras causas ante el delincuente común pero al delincuente de corbata que es quién más daño le hace a la sociedad le seguimos rindiendo pleitesía y cada vez que hay elecciones los honramos eligiéndolos para que sigan atracando, será que el resultado de un divisionismo instaurado nos empieza a pasar facturas.
Maquiavelo no se equivocó cuando esbozo que la gente busca defender sus intereses antes que la justicia en abstracto, lo que ha aupado a que el ejercicio de la justicia en las esferas políticas o de quienes manejan el poder la vean como irrelevante, esto como parte para dar una respuesta ante ciertos sucesos que esperemos nunca más se vuelvan a suscitar, en donde la sociedad empieza a tomar decisiones por su cuenta, convirtiéndose en asesinos “ciudadanos”.
Hacia dónde estamos yendo, debería ser la interrogante que nos debemos hacer cada uno de nosotros, queremos seguir en desbandada o este es el punto final y de aquí a emerger de manera firme, concreta y dejar de lado cierta impavidez ciudadana.
Últimamente parece que nos estamos dejando llevar mucho por los rumores para terminar desembocando nuestra impotencia, desazón, amarguras o frustraciones en una violencia colectiva; los males de la sociedad se los combate unidos todos, es decir sociedad civil y gobernantes, es verdad que la inseguridad y los índices delictivos han aumentado, pero existe de igual manera un sistema de justicia.
Todos a combatir con firmeza la delincuencia, pero respetando la ley; los agitadores, disociadores y asesinos “ciudadanos” deben ser ubicados y responsabilizados por sus actos.