Tareas pendientes

EDUARDO CHIRIBOGA APONTE

La tarea para recomponer, o más bien, construir un país próspero e incluyente, aún está cuesta arriba. Mientras en lo político, la sepultura del correato es cuestión de tiempo dada las innumerables pruebas en contra de su principal; en lo económico, con la designación de Richard Martínez como cabeza del equipo económico, si bien abre un cambio de 180 grados en la visión de país, su estrecha vinculación con los grupos de poder, podría ensombrecer el desarrollo armónico del sector productivo en general que se encuentra a la base de los grandes exportadores. Más claro: si no se diseñan reformas que coadyuven a la Ley de Fomento Productivo, más allá de su veto parcial, para incluir al pequeño productor en su progreso personal y familiar, su beneficio será repartido entre los grupos oligopólicos, a la usanza de los gobiernos de corte socialcristiano. Así de sencillo.

Es por ello, que el apoyo que debe tener el Ec. Martínez, debe ser condicionado. Condición que, dada su visión ecuménica del tema, no debería representarle problema, pues él sabe que el desarrollo horizontal es el sostenible en el tiempo. Y dentro de este esquema, la regulación de la intermediación, que hoy goza de un completo libertinaje, es prioritaria.

En una sociedad, la banca y el intermediario “son males necesarios”. Ambos contribuyen a que las sociedades se desarrollen. Pero su exceso, causa el efecto contrario. En el caso de la banca privada, la visión de Guillermo Lasso, es lo que le impide llegar a Carondelet. La visión y misión de la banca pública tiene que ser de fomento, manejada con reglas propias a su cometido, más aún, tratándose de un país tercermundista, manejado oligopólicamente…

En el caso de la intermediación, el asunto es más complicado, no obstante, es impostergable su regulación. Es aquí, donde reside la causa principal del encarecimiento del nivel de vida de los ecuatorianos. Los comerciantes han perdido el sentido de las proporciones. Las ganancias las ponen al ojo, y la ley de la oferta y la demanda sale siendo ficticia en un país tan corrupto como el nuestro. Y el que paga este libertinaje, es el ciudadano de a pie.

Ya seguiremos desmenuzando este interesante tema.

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