Zacarías, padre

PADRE MARTÍN GONDRA

Aprovecho a Juan Bautista para hablar del padre. Aquí hay buenos padres, no hay duda, les felicitamos y suplicamos que sean constantes para ser fieles a los suyos. Gracias.

Pero hay un homenaje pendiente: las madres-padre, solas, que hacen de todo, se multiplican, trabajan fuera y dentro de la casa, acompañan, escuchan, regañan, animan, y sobre todo aman, aunque tengan la mala conciencia de estar poco tiempo con sus hijos. Bastantes, con la eucaristía deseada, pero no siempre concedida, por sus relaciones “ilegales” en las que siempre perdieron, sobre todo, dignidad.

La historia de amor entre hombre y mujer se puede terminar, y para evitar infiernos, a veces, es mejor la separación, pero nunca el abandono. Lo que no termina es la responsabilidad, el hacerse cargo, aún con distancia. ¿Qué clase de padre es el que hizo un hijo y nunca volvió? ¿El que no sabemos si dejará plata para comer? ¿Qué nunca pregunta cómo están su ex y sus hijos? ¿El que da miedo sólo con su presencia?

No es fácil ser buen padre – madre. Jesús nos invita a sembrar para que los hijos cosechen; hacerlo bien, con palabras profundas, acciones rectas y, sobre todo, con el ejemplo. Un estilo de vida sencillo, como el de Juan, sobrio.

¿Cómo hacer que los niños de hoy sean buenos papás mañana? Primero, que sean buenos amigos, buenos novios y buenos esposos. Que cuiden a la mujer, desde niña, como un ser tan digno y respetable como el hombre. Comunicarse de corazón a corazón, compartir alegrías y dolores con verdad y humildad.

Padre o madre, es lo mismo: no se trata de engendrar células, sino de crear vida feliz.

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