Tras la marcha

XAVIER MORÁN FERNÁNDEZ

El pasado miércoles como se preveía en Santo Domingo, las calles se convirtieron en un escenario de expresiones de disconformidad, propiciadas por una marcha multitudinaria encabezada por quienes ejercen las actividades del comercio minorista y representantes de otros gremios y colectivos, quienes esbozaban su diferencia por ciertas acciones o posibles disposiciones de parte del gobierno municipal, para cambiar su sitio de operatividad mercantil.

Esto ante los ojos de propios y extraños que al inicio estaban expectantes del desenvolvimiento de la misma, de las propuestas que se asumía llevarían consigo los marchantes, pero tal interés de los ciudadanos se fue diluyendo rápidamente cuando de entre los que desfilaban asomaron caras de conocidos políticos y de gente oportunista que creen que las antiguas prácticas políticas pueden generar algún rédito de entre nuestra sociedad.

Las expresiones de los ciudadanos siempre deben ser bienvenidas y receptadas, ya que parte de vivir en democracia es precisamente el derecho a expresarse, el exigir que no se vulneren nuestros derechos elementales, pero aleado con algo que es de sentido común: el respetar las leyes y reglamentos establecidos, el cumplir con nuestras obligaciones, responsabilidades para con la sociedad y nuestro territorio; y en contraparte la entidad pública y sus representantes tienen todo el derecho a defender su gestión, hacer respetar las ordenanzas y sobre todo velar por la seguridad y armonía de las personas, ante lo cual se les conmina a escuchar y dar respuestas adecuadas a los petitorios de ciertos grupos de esta sociedad.

De la marcha del miércoles no podemos decir quien resultó ganador pero si hubo muchos perdedores, entre estos los ciudadanos de a pie que no estamos de acuerdo que ciertos grupos por representativos que sean paralicen la libre circulación y movilidad, alterando nuestras actividades y diario vivir, más si de por medio actúan arcaicamente, y lo peor si de pronto hubo manipulación de parte de politiqueros sin moral y oportunistas bailarines, que lo único que hacen es restar credibilidad a un derecho ciudadano.

Hay que dar paso a la sensatez, abrir un diálogo y viabilizar lo mejor para nuestra ciudad.

[email protected]