Corrupción un mal cultural

ANA VERA SOLÓRZANO

Me he quedado atónica al ver la forma descarada como la corrupción y el robo al más alto nivel puede justificarse con la construcción de carreteras, universidades, hospitales, plantas eléctricas construidas en el país. A propósito de la oleada de corrupción que se destapa en el país y que hoy se intenta justificar con obras.

Ese es el mensaje que le estamos transmitiendo a los niños, a los jóvenes y que repite muchas veces los adultos producto de su ignorancia: “robó, pero hizo obras”. Esta es una forma de institucionalizar, justificar y socapar la corrupción. Es parte además de una cultura que ve bien el ser “vivos”, a sacar provecho de cualesquier situación, por más inmoral que sea. Como si fuera poco además tenemos una tendencia a admirar al “vivo” por la capacidad que tiene para engañar y mentir.

Pareciera que la corrupción está en las estructuras de nuestra sociedad y es parte también de la cultura. Y, si no, preguntemos al cliente que por querer hacer rápido un trámite paga 20 dólares, al conductor que por no querer ser multado paga 10 dólares, al abogado que para sacar más dinero a su cliente miente, al profesor que para que el estudiante pase el año o coloque una firma soborna. Al tiendero que altera la balanza para no dar el peso justo. La corrupción es una enfermedad que no solo está en las altas esferas, sino también en los espacios más inmediatos en los que nos desenvolvemos.

Me pregunto: ¿Qué valor tiene hoy decir la verdad y ser honestos? ¿Hay esperanzas de cambiar y transformarnos nosotros y el Estado en todo su aparataje? Acaso no podríamos caer como en aquella novela de…. Que aquella mujer por ser tan virtuosa terminó…

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