Shuana se conecta con la sabiduría ancestral

FORMACIÓN. Shuana inició su proceso para ser poné a los 12 años de edad; ahora tiene 16.

Desde temprana edad, se ha sumergido en el mundo de la medicina ancestral, guiada por su padre, Abraham Calazacón,  poné de la nacionalidad Tsáchila.

Shuana Calazacón, una adolescente originaria de la nacionalidad Tsáchila, mantiene una conexión con las raíces de su cultura. Junto a su padre, Abraham Calazacón, participa en ceremonias como parte del proceso de formación para convertirse en sanadora.

A lo largo de su camino, ha tomado parte en numerosas ceremonias ancestrales, experimentando el poder sanador de la ayahuasca. Estas vivencias han fortalecido su admiración por los conocimientos ancestrales y su compromiso con la preservación de las tradiciones de su pueblo.

Abraham comentó que su hija, desde pequeña, se sintió atraída por la música,  danza, artesanías y la gastronomía de su cultura. “El Kasama, una celebración muy importante para nosotros, le permitió apreciar y valorar nuestras raíces ancestrales”, manifestó

Anhelo
A pesar de su corta edad, Shuana ya ha demostrado ser una líder nata. Su sueño es convertirse en poné y transmitir sus conocimientos a las futuras generaciones. Desea que su cultura se mantenga viva y que los jóvenes puedan conectarse con sus raíces.

Conocimiento

Sin embargo, Shuana también ha sido testigo de cómo la contaminación y otros factores externos han afectado los bosques y la medicina ancestral dentro de las comunidades de la etnia.

Con el objetivo de comprender mejor esta realidad, decidió profundizar en el mundo de las ceremonias y rituales. “La ayahuasca me ha enseñado a respetar la naturaleza y a conectar con mi interior. A través de ella, he recibido consejos, historias y mensajes que me han ayudado a crecer espiritualmente”, afirmó.

Destacó el poder sanador de esta planta, tanto a nivel físico como espiritual. “La ayahuasca expulsa las energías negativas y nos permite ver el mundo con mayor claridad. Es una herramienta poderosa para la sanación del cuerpo, la mente y el alma”, explicó.

APOYO. Su papá, Abraham Calazacón, es quien la guía y le imparte conocimientos.
EL DATO
Shuana es un nombre en tsáfiqui que significa ‘brisas de lluvia’.

Gracias a su compromiso y dedicación, Shuana ha adquirido conocimiento sobre los cuatro elementos: agua, fuego, tierra y aire, así como  su importancia en la vida. Además, ha participado en cursos y capacitaciones que le han permitido ampliar sus conocimientos sobre la medicina ancestral.

“En los encuentros con diferentes culturas pude aprender de sus saberes ancestrales. Siempre he mantenido respeto por estas tradiciones”, señaló.

Abraham se muestra orgulloso de los logros de su hija. “Shuana es una joven muy especial, con un gran potencial. Estoy seguro de que llegará muy lejos”, afirmó.

Comentó que su hija está tan concentrada en los conocimientos ancestrales que hay días que pasan la noche y madrugada estudiando. “Tiene un poder único que está explorando”. (CT)