Retos internacionales del nuevo Gobierno colombiano

Gustavo Petro inicia su mandato este fin de semana con una serie de retos a nivel nacional e internacional. A pesar del contexto global de pandemia, Colombia ha mantenido un crecimiento económico importante, lo cual sin embargo no se ha reflejado en soluciones a problemas estructurales comunes a la mayoría de países latinoamericanos tales como la desigualdad y la pobreza, esto sumado ala violencia y el narcotráfico.

Frente a una población que exige cambios y respuestas urgentes a estas problemáticas, la política exterior del vecino país es un elemento clave que genera diversas expectativas en aliados y detractores del nuevo Gobierno. La figura de Petro ha sido muy controversial dentro de la política colombiana, al haber sido parte de la guerrilla del M-19. No obstante, su pasado vinculado a la violencia se contrarresta con una carrera política de varios años en los cuales formó parte del Senado y fue Alcalde de Bogotá. En su mandato presidencial se pondrá a prueba hasta qué punto sus estrategias son efectivas en uno de los principales puntos de su agenda: la consolidación de la paz en Colombia. Esto es particularmente significativo frente a una población que votó mayoritariamente en contra del acuerdo de paz entre el Gobierno colombiano y las FARC y que ha visto en los últimos años el desmoronamiento de dicho acuerdo.

En este sentido, la política pública orientada hacia la paz estará monitoreada de cerca y respaldada por parte de los organismos internacionales presentes en el país desde hace varias décadas, tales como agencias de la ONU, ONGs de derechos humanos, entre otros entes que han trabajado sobre todo hacia el alivio de los estragos del conflicto armado en las personas desplazadas y refugiadas. Es fundamental que el Gobierno entrante no deje de lado la promoción de la justicia en estos casos, dado que una amnistía total sería contraria a la construcción de una paz duradera y reconciliación social definitiva.

Colombia ha sido el principal aliado de los Estados Unidos en los últimos años en la región, por lo cual sus relaciones se han consolidado, por ejemplo, en la firma de un TLC y en fuertes flujos económicos y militares en respaldo a la lucha contra el narcotráfico. Ambos puntos han sido cuestionados por Petro. En cuanto a la relación comercial, se plantea la posibilidad de una renegociación del tratado de libre comercio bilateral; mientras que los esfuerzos apoyados por Estados Unidos para erradicar el narcotráfico han sido considerados como un fracaso por el nuevo Presidente colombiano, cuya oferta es promover más bien la legalización de las drogas, incluida la hoja de coca y sus derivados. En este sentido, será un reto grande transformar los objetivos de la cooperación estadounidense con el país andino, uno de los ejes propuestos es el de la lucha contra el cambio climático. De hecho, Petro propone cambiar el modelo económico extractivista y dependiente de los combustibles fósiles por una economía verde que, según su criterio, más bien atraerá la inversión extranjera. El gobierno de Biden se ha mostrado abierto y ha felicitado a Petro por su designación, ahora está por medirse hasta qué punto la coincidencia en ciertos puntos con la agenda del nuevo Gobierno colombiano tales como el tema ambiental, son suficientes para generar cambios de fondo en las acciones bilaterales. Por otro lado, la cooperación en temas de seguridad entre Colombia y EEUU trasciende el tema del narcotráfico y se ha visto consagrada en la membresía del país latinoamericano como Socio Global de la OTÁN, a lo cual en su momento Petro expresó su desacuerdo. Esto tiene implicaciones importantes considerando el contexto de seguridad actual vinculado a la invasión rusa a Ucrania, frente a lo cual esta organización se encuentra alerta y cooperando por medio de armas y apoyo técnico a las fuerzas armadas ucranianas. Las tensiones entre Taiwán y China, con un apoyo estadounidense irrestricto a la Isla, también denotan que en los próximos meses se medirán los apoyos de los países aliados a Estados Unidos.

En cuanto a la integración regional, Colombia no ha descuidado sus objetivos de liderazgo regional en los últimos años estando muy presente en organismos como la Comunidad Andina, OEA y Alianza del Pacífico. Asimismo, fue parte de los estados fundadores de PROSUR, ente que, aunque no ha mostrado mayor actividad, presentó en su momento una alternativa a la UNASUR, organismo del cual Colombia fue uno de los primeros en dimitir. Considerando el cambio inédito en la orientación política del gobierno, que por primera vez en la historia democrática de ese país está alineado a una ideología de izquierda, se podría ver cambios importantes en la política exterior regional de Colombia, esto tomando en cuenta también que la mayoría de los países de la región han elegido gobiernos de esta tendencia. Se esperaría un rol más activo de Colombia en la CELAC por ejemplo. Por otro lado, un tema que despierta gran expectativa es el restablecimiento de relaciones con Venezuela. La falta de vínculos diplomáticos ha tenido implicaciones políticas para el país, pero también económicas dado que hasta hace algunos años se tenía un comercio exterior fluido y el alejamiento ha afectado sobre todo a los productores de las zonas fronterizas. Petro ofrece solucionar esta problemática, al igual que facilitar la gestión consular de los flujos migratorios de personas venezolanas, para quienes Colombia aceptó en 2021 un proceso de regularización masiva. A pesar de que Petro ha expresado que no tiene interés en políticas promovidas por algunos líderes de izquierda en la región, como una reforma constitucional o el establecimiento de la reelección indefinida, la relación con países como Cuba y Nicaragua también genera inquietud por sus
implicaciones de respaldo a regímenes que han violentado los derechos humanos.

Para las relaciones con el Ecuador, se ha especulado que la diferencia ideológica de los dos Gobiernos podría afectarlas. No obstante, hasta el momento, por parte del Gobierno ecuatoriano se ha mencionado que se continuará con la cooperación bilateral en varias esferas incluyendo el comercio bilateral, el desarrollo fronterizo, la lucha contra bandas criminales y la gestión de la migración. El único camino beneficioso para ambos países es esta continuidad y la línea pragmática propuesta por Lasso sería coherente con este objetivo. En suma, el posicionamiento que tome el nuevo Gobierno colombiano en la esfera regional y global será determinante para las respuestas a los retos internos y comunes en un entorno de incertidumbre y dificultades económicas y sociales agravadas por la pandemia. Petro tiene en sus manos una oportunidad más para demostrar que un modelo de izquierda, fallido en otros gobiernos latinoamericanos, podría ser reeditado y eficiente. Esto se logrará únicamente a través de la transparencia, la lucha contra la corrupción y el respeto a la democracia y los derechos humanos.

Autora: Dra. Natalia Encalada Castillo