‘Volúmenes y poesía’ se exhibe en la Alianza Francesa Quito’

Andrade. Un primer plano de ‘A mis espaldas’ para dar en el fondo con ‘Ayotzinapa’.
Andrade. Un primer plano de ‘A mis espaldas’ para dar en el fondo con ‘Ayotzinapa’.
Baca. ‘Luz en las nubes’, en la cual predomina la silueta femenina.
Baca. ‘Luz en las nubes’, en la cual predomina la silueta femenina.
Córdova. ‘Silencio I’, el inicio de una serie para pensar en comunidad.
Córdova. ‘Silencio I’, el inicio de una serie para pensar en comunidad.
Gamboa. ‘Mujer en llamas’, que despierta la sensualidad en el espectador.
Gamboa. ‘Mujer en llamas’, que despierta la sensualidad en el espectador.
García. La metamorfosis visual que propone desde el refugio de sus sueños.
García. La metamorfosis visual que propone desde el refugio de sus sueños.
Proaño. ‘Ancestral’, un guiño a la fortaleza que produce la memoria.
Proaño. ‘Ancestral’, un guiño a la fortaleza que produce la memoria.

Realizar una escultura no solo implica tallar la madera, moldear la cerámica cual soplo de vida o forjar el metal. Realizar una escultura es como plasmar una poesía, una oda o elegía que se construye no solo con los materiales de soporte, sino que el tamaño y la textura deben armonizar con el espacio, jugar con la luz, convivir con la sombra.

Seis artistas ecuatorianos comparten sus versos visuales, aquellas imágenes que se escriben con madera, hierro y yeso: esculturas que se imprimen -por así decirlo- en la sala de exposiciones de la Alianza Francesa Quito, que celebra el ‘Mes de la escultura’.

Así nace la muestra ‘Volúmenes y poesía’, un libreto plástico que reúne el trabajo de Dolores Andrade, Paulina Baca, Nixon Córdova, Pablo Gamboa, Gabriel García y Francisco Proaño, quienes con su particular estilo han logrado armonizar hasta formar un todo: un jardín escultórico.

Andrade con la madera, material cómplice en su recorrido, trae piezas como ‘A mis espaldas’ o ‘Es mi sombra, es tu luz…’, donde lo totémico se rinde ante la sensualidad femenina que se erige en cada curva y línea tallada, para luego rendir tributo a las víctimas de ‘Ayotzinapa’. Mientras que Baca, con su ‘A la tierra lo de la tierra’, provoca que el público se incline para admirar su trabajo, logrando que el espectador haga una reverencia ante la escultura para luego despegar con piezas como ‘Alas’ o ‘Luz en las nubes’ que aclaman a la libertad.

Por su parte, Córdova hace guiños a lo clásico para construir una obra contemporánea. Sus cuatro ‘Silencio’, curiosamente, son una exclamación para pensar en la soledad y comunidad, y cómo cada una de ellas puede dividirnos o juntarnos. Esto, mientras Gamboa sigue en su camino como reciclador (innovador) del arte. Con fino humor hace de la escultura un rompecabezas para explícitamente presentarnos a un ‘Acróbata’ suspendido, a una ‘Mujer en llamas’ -que enciende con tan solo mirarla- , o a un ‘Guachimán’ armado que, en defensa, provoca que el público dispare sonrisas.

García ejecuta una alegoría a la ‘Metamorfosis’ en su ‘Refugio para un desconocido insecto que ronda en mis sueños’: una oda kafkiana que (re)plantea a la belleza dentro del ciclo de la vida; mientras que Proaño se bambolea entre la magia y la memoria para conseguir el espíritu del metal y de la madera en obras como ‘Ancestral’, ‘Videntes’, ‘Aparición’ o ‘Yo te nombro libertad’. (DVD)