‘Madrid’, por Azorín

Por Oswaldo Paz y Miño J.

“Toda experiencia puede ser transmutada en arte, puede ser tema de arte, es un error suponer que hay que buscar experiencias, porque todas son experiencias. Hasta el hecho de estar solo es una experiencia, hasta el tigre es una experiencia. La lectura es una experiencia muy, muy linda. Es absurdo suponer que lo que leemos no es tan nuestro como lo que no ocurre o lo que nosotros hacemos.” Jorge Luis Borges.

La lectura es uno de los actos personales más íntimos y gratificantes. De los placeres en solitario, el más completo; el que nos lleva por todos los trances, a los más elevados niveles. Ser lectores literarios es tener la llave para ingresar en todos los mundos, los visibles y los invisibles. La lectura y la imaginación pueden -lo que solo les está concedido a los dioses- hacer todo, sin límites de tiempo y espacio.

Lector, lectura y tiempo conforman una trilogía excepcional, permanente e indisoluble cuando la sociedad se ha consolidado. El lector, las lecturas y el tiempo dedicado a ellas superan todas las pruebas, por extremas que sean: la soledad, la prisión, el exilio, el desarraigo, la enfermedad, el desamor, la depresión y hasta la muerte, puesto que, cuando un lector muere, viaja a la eternidad por lo leído, nadie le puede quitar del alma las páginas recorridas. Su espíritu enrumba hacia el Oriente de Luz, repasando los capítulos más queridos que le concedieron las horas dialogadas con los libros.

¿Cómo no emocionarse con textos de esta calidad?:
“Y sin embargo, una íntima sensación me conmueve. El presente de hace cincuenta años no se ha convertido en pretérito. Nada se ha desvanecido en el tiempo. Tengo la certidumbre honda, inconmovible, de que todo es presente. No hay más que un plano del tiempo, y en ese plano -presente siempre- está todo. Junto a nosotros presentimos como presentes el pasado y lo futuro. ¡Y no podemos apartar un poquito el velo que nos oculta el gran misterio! Si algún motivo de serenidad espiritual tengo en esa casa, lejos del mundanal bullicio, olvidado de todos, sin que nadie se acuerde de mí, es esta sensación de eternidad presente. Eternidad en que todos -los de antes y los de ahora, los de hace diez mil años y los actuales, los olvidados y los famosos, los que no son nada y los que son prepotentes- estamos a la par, viviendo el mismo tiempo, siendo unos y otros todo, o no siendo nadie nada. Nada es la inmensa eternidad que nos envuelve a todos”. Pág. 23

Por leer he leído y comparto ‘Madrid’, de José Martínez Ruiz – conocido como Azorín- publicado por Biblioteca Nueva. Un libro atemporal, “no atado a las leyes del tiempo”.

En la obra, Azorín relata su visión de la Generación del 98, en qué consistió y cuál fue el ambiente en que se desenvolvió. ‘Madrid’ que amo, Azorín que se rinde a ella, dedicándole un título más a la capital de España. Un tomo que condensa la prosa del palabrista en páginas primorosas.

“El aire de Madrid es vivo y elástico. El agua de Madrid es delgada. No podía yo sufrir, en mis tres años de expatriación, el agua gorda y untuosa de París”. Pág. 91

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FRASE

Ser lectores literarios es tener la llave para ingresar en todos los mundos, los visibles y los invisibles”. Oswaldo Paz y Miño J.

Azorín
Perfil

° José Martínez Ruíz, Azorín (1873-1967). Ensayista, novelista, autor de teatro y crítico español. Fue uno de los escritores que a comienzos del siglo XX luchó por el renacimiento de la literatura española. Fue el propio Azorín quien bautizó a este grupo con el nombre de Generación del 98, como se le conoce en la actualidad. El tema dominante de sus escritos es la eternidad y la continuidad, simbolizadas en las costumbres ancestrales de los campesinos. Azorín introdujo un estilo nuevo y vigoroso en la prosa española. Su obra destaca asimismo por la sagaz crítica literaria que realiza. (Tomado de la Casa del Libro)