Semipresencial

Acudimos a una nueva forma de vida: la semipresencial. Mutamos hacia la forma de compartir parcialmente el espacio con los compañeros de trabajo, de estudio o de comunidad.

La semipresencialidad implica que debemos desarrollar independientemente muchas de las labores que hacíamos en la presencialidad y de forma compartida con colegas y compañeros, bajo una guía y acompañamiento, para que cuando estemos presentes, solo compartamos los resultados de nuestras incursiones en lo que desconocíamos y que, poco a poco, fuimos descubriendo.

No todo necesita presencialidad, pero muchas actividades sí; como la educación para niños y jóvenes, pues la sociabilidad es indispensable para el desempeño y desarrollo de aptitudes y actitudes.

La salud no puede ser semipresencial, pues más allá de la telemedicina, el médico necesita interactuar con el paciente, salvo en casos de impedimentos geográficos, pero nada reemplaza la mano de un buen cirujano o el diagnóstico de un buen galeno.

El trabajo bien puede ser por horas y semipresencial, con citas puntuales para discutir, disentir o llegar a acuerdos, lo demás requiere de una labor individual o de un trabajo colaborativo en red.

Pero no podemos tener dos formas simultáneas: la presencialidad o semipresencialidad junto con la remota, en el mismo tiempo y espacio, y con los mismos actores, que es como algunas instituciones educativas quieren imponer, con una bilocación de los docentes: para quienes están en el aula y para quienes están en la plataforma.

Ello no explota las capacidades docentes ni estimula el aprendizaje de los alumnos, solo justifica una desorganización mediante la cual todos salimos perdiendo: los padres ya no creeremos en las autoridades y los estudiantes no tendrán el mismo criterio de sus profesores, pues no les darán el apoyo ni la atención que requieren, porque no están ni en la plataforma ni en vivo.