Elefantes blancos

No hago referencia a los paquidermos albinos que merecen reverencia en la India y que han generado historias de diversa naturaleza, especialmente entre la realeza de ese sector que sigue siendo exótico para nosotros los occidentales. También en Pakistán, continúan mereciendo distinciones especiales, como sucede en un museo que les resalta en la actualidad obsesivamente, sin olvidar asimismo que en una de las banderas tradicionales ocuparon preeminente sitial.

En el presente artículo me refiero a lo que, en nuestro medio, se ha dado en llamar con esta generalizada acepción: realizaciones de ingentes gastos, que no reportan mayores beneficios. En este dilatado campo, se ubican edificaciones cuestionadas por sus altos costos, algunas inclusive en abandono, por cuanto no fueron utilizadas como originalmente se les planificó. De igual manera, a los proyectos abandonados o inconclusos, por tal o cual causa, siendo la principal la corrupción y sus agenciosos acólitos.

Proliferan elefantes blancos en un país donde el despilfarro y la rapiña no son desconocidos; más bien abundan, para incrementar los niveles de pobreza de una población sumergida en la necesidad, la angustia, la desesperanza que ocasionan sus falsos redentores, líderes de engaño, de opereta cuando no de circo, que manejan la viveza criolla y la audacia hasta llegar a niveles de dimensiones increíbles.

Recomendable que se efectúe un listado de los elefantes blancos, de la índole indicada, que existen en el Ecuador, a fin de señalar y sancionar a los culpables y, sobre todo, enmendar erradas acciones, para que se llegue a darles la utilidad o beneficio que requiere la función pública, llena de lentitud, falencias incontables y otras maquinaciones que deben cambiar, en búsqueda de la transparencia y el desarrollo tan ansiados.