Ya no hay vida ni paciencia…

“Ya no hay vida ni paciencia”, decían los abuelos de los seres incorregibles, o las cuestiones negativas que se producían reiterativamente sin solución, a pesar de haberlas advertido.

Cuando pienso en los candidatos, la expresión se me viene a la mente y, la verdad, no encuentro palabras para calificar a la mayoría de ellos que, a sabiendas de sus escasas o nulas posibilidades, hacen bulto para dividir en favor de los peores.

No es posible que la carta de presentación de los elegibles contenga sentencias, prisiones preventivas o grilletes, talvez haber sido ‘estrellitas’ de la farándula o ‘influencer’.

El marketing y la publicidad, a través de los neo medios serán los decidores de la campaña, pues pensar en ideologías es una aberración. Lo que identificamos con la derecha política no tiene mucha forma, peor todavía creer que el correísmo sea izquierda, pues los diez años de gobierno demostraron que se daban de socialistas, pero lo que fueron es buenos ‘negociantes’ del dinero del pueblo.

Ganen o no, se harán de algún billete de los fondos de campaña, porque para la trafasía, el ‘camuflaje’ son muy buenos, de hecho sacar algún dinerito después de darse de candidatos, aunque sea ‘chimbadores’ y dividir, es negocio, y claro, con la posibilidad hasta de triunfar.

El pueblo necesitado que les acepte las camisetas, los víveres, cualquier obsequio, pero que no les crea ni una palabra. Es deber de los electores investigar el pasado de los candidatos para ver de dónde vienen y qué buscan.

Que nuestro voto no haga tanto daño, por ejemplo, retornándoles al poder a esa sarta de malandrines que se robaron nuestros fondos y ahora se pasan de sinvergüenzas.

“Ya no hay vida ni paciencia”, es cierto, pero nuestra posibilidad de castigo está en las urnas.