Opiniones impertinentes

En estos días en que muchas conversaciones giran sobre los candidatos a diferentes dignidades vuelven a primer plano las normas que rigen el proceso eleccionario. Entre ellas consta la llamada “paridad de género”.

Primera impertinencia: no logro aceptar la ideología de género, me parece una construcción artificial contraria a lo que la naturaleza ha definido en asuntos de biología, otra cosa será lo que “cada uno decida hacer con su cuerpo “ si es que no tiene ciertas orientaciones definidas sobre la unicidad de la persona humana.

La segunda impertinencia va contra el mismo concepto de “paridad” entre hombres y mujeres en el ejercicio de las funciones públicas. Vaya por delante mi estricta convicción de la absoluta igualdad en derechos y en dignidad de hombres y mujeres, pero eso no significa que en la sociedad debamos actuar siempre, por obligación, con cuotas iguales. Porque la función natural de la mujer es la maternidad (ya avisé que mis opiniones son impertinentes) y si el cincuenta por ciento de las mujeres dejaran de ser madres, la humanidad tendería a la extinción.

Pero hay algo más (contando la nueva impertinencia): la mujer joven que se dedica a la política a tiempo completo debe renunciar a la crianza de los hijos; por eso los entrega a una institución, la cual puede ser maravillosa en términos profesionales, pero jamás podrá reemplazar a la madre. Cuando colapsó la Unión Soviética, todo un conjunto de psicólogos y psiquiatras exsoviéticos expresaron su opinión sobre el fracaso del sistema y de la sociedad difuntos: lo atribuían en gran medida a la falta de cariño y presencia maternos en los primeros años de la vida de varias generaciones educadas lejos del hogar desde demasiando temprano, sin olvidar que el padre también debe estar presente con sus hijos.

Mujeres y hombres deberían integrar listas y binomios por sus propios méritos personales, no por cuotas obligatorias, pues en este caso se corre el peligro de buscar candidaturas de relleno solo para cumplir las normas, con los peligros que son fáciles de imaginar.