El Centro, desolado en días de pandemia

HISTORIA. Estas calles, usualmente llenas de gente, ayer eran usadas apenas por algunos agentes de control.
HISTORIA. Estas calles, usualmente llenas de gente, ayer eran usadas apenas por algunos agentes de control.
POSTAL. El monumento de la Plaza Grande es testigo de la soledad que por estos días vive el lugar.
POSTAL. El monumento de la Plaza Grande es testigo de la soledad que por estos días vive el lugar.
RUTINA. Las calles de los alrededores de La Basílica lucen así.
RUTINA. Las calles de los alrededores de La Basílica lucen así.
HUÉSPEDES. Las palomas no se han ido de la plaza de San Francisco.
HUÉSPEDES. Las palomas no se han ido de la plaza de San Francisco.

Es uno de los lugares más visitados del país, pero en época de aislamiento el silencio es protagonista.

En un día común, 280.000 personas transitan por el Centro Histórico de Quito. Este no es un día común. Es el séptimo desde que se declaró al país en Estado de Excepción ante el Covid-19, pandemia que ha contagiado a más de 360.000 personas en el mundo.

Desde entonces, el silencio abraza a las imponentes edificaciones del casco colonial y la rutina de sus habitantes espera dentro de casa.

Para caminar por las angostas calles ya no es necesario esquivar a la gente y en la calle Cuenca, donde está la iglesia de San Francisco ya nadie vende espumilla, nadie vocea el periódico y tampoco se lustran zapatos. A lo lejos se escucha “compre mascarillas, guantes y gel”. Se trata de Rosa Méndez, mujer pequeña, de cabello blanco que ha vivido en este sector desde niña.

Hoy, a sus 60 años, Rosa dice que nunca ha vivido algo igual: “Cuando hay paro en cambio es el ruido, uno se queda en la casa para que no le vayan a golpear. Ahora debo salir porque vivo del día, me baño en el alcohol por dentro y por fuera”.

La hija de Rosa, Maribel Loza, la acompaña. “Salimos, damos una vuelta, vendemos algo y nos vamos. Hay que cuidarse”.

Quienes no dejan de acompañar a San Francisco son las palomas. Una mujer, cubierta de pies a cabeza, mete su mano en una bolsa azul y riega migas de pan. Las aves comen y ella corre. “Solo salgo para darles de comer, pero ya me voy, me voy”, grita desde lejos.

Una plaza sin ancianos

Los restaurantes, las cafeterías y las plazas han perdido su característica vitalidad. En la Plaza Grande, lugar que alberga a decenas de ancianos, que, diariamente, conversan o se sientan a leer, las bancas están vacías. Quienes caminan por el sector son aquellos que van a comprar o quienes no conocen otro hogar que no sean las calles (se estima que en Quito hay cerca de 5.000 personas en situación de calle o extrema pobreza).

Calles sin autos

El sol cubre a la ‘Carita de Dios’ mientras por sus principales arterias viales, la presencia de autos es escasa, no hay tráfico. “Nadie pelea, nadie pita, nadie rebasa (…) hay calma. Me imagino que así era esto hace 100 años”, dice Mathew Hellery, estadounidense radicado en Ecuador desde hace dos décadas.

Es ese tráfico, del que Hellery habla, el que hizo que desde 2018, más de 2 kilómetros de vías del casco colonial se peatonizaran. Aún así, el Centro Histórico supera la norma estipulada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre los decibeles de contaminación acústica, misma que en estos días ha desaparecido.

Hellery destaca una y otra vez la belleza del lugar, mismo que ha sido el epicentro de incontables hechos históricos en el país y que hoy, desde la calma, suma uno más.

La capital no había vivido una cuarentena desde hace más de un siglo, cuando la ‘gripe española’ (virus que se disparaba más en climas fríos) llegó en 1918. “Nadie va a olvidar los días en los que tuvimos que quedarnos en la casa y no nos podíamos abrazar”, dice con una mezcla de tristeza y esperanza José Rurales, comerciante informal, antes de regresar a su casa, pues no pudo vender nada. (AVV)

LA CIFRA:

70% de la población ecuatoriana cumple aislamiento domiciliario.

DATO:

La última cuarentena que vivió Quito fue en 1918, durante la ‘gripe española’.

Centro Histórico

Tránsito

• 280.000 personas, de lunes a viernes.

• 315.000, fines de semana y feriados.