Tranquilos en su habitación

Hoy, y no se sabe hasta cuándo, debemos encerrarnos en nuestras viviendas, lejos del tráfago social, a fin de evitar difundir el coronavirus. Sabia y única medida, aunque no es la cura hasta que aparezca la vacuna. El científico colombiano doctor Patarroyo (descubridor de la vacuna contra el cólera) afirma que la ciencia vencerá al virus, como siempre, aunque la “guerra” (usa este término) será costosa, además que el mal no tiene nacionalidad ni pasaporte, así que no se necesitan opiniones políticas o ideológicas.

Ante tal enclaustramiento (lejos de la Iglesia, la cantina, los goles, los amigos), por extraña coincidencia el filósofo Blas Pascal afirmaba: “Todos los males de los hombres provienen de que no son capaces de quedarse tranquilos en su habitación”. El problema surgirá cuando salgamos del extrañamiento, nos dará pereza ir al trabajo, pero correremos al mercado, al estadio, a las playas, a los restaurantes y bares, como si nunca existieron.

La distancia entre lo prohibido será de días pero a los humanos siempre nos gusta salir a recorrer caminos, y algunos a combatir molinos de viento y otros fantasmas. Como decían los antiguos quiteños: “Por plata no se preocupen” cuando había que pedir y pagar alguna bebida espirituosa.

Alguien ha observado que no están “encerrados“ los que deberían estar en la “chirona”, por corruptos, y solo los fiscales y jueces están “encerrados” en una especie de detención domiciliaria, hasta que lleguemos al pico del virus y no

Superada la crisis el déficit fiscal aumentará, los candidatos aparecerán (para la política no hay vacuna), la Fiscal proseguirá su loable lucha, los jueces sentenciarán, los implicados aducirán el argumento eterno de la persecución, sobre todo los socialistas del siglo XXI, pues como decía Cabrera Infante: “No hay delirio de persecución donde la persecución es un delirio”. Se refería a la Cuba de Castro, de la cual fue víctima por disidente, además sabía que la Revolución que “persigue toda disidencia, toda tibieza, toda discrepancia, siempre se declara perseguida”.

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