El Carnaval se toma la ciudad

ALEGRÍA. Las muestras del juego no faltan en las calles de Quito.
ALEGRÍA. Las muestras del juego no faltan en las calles de Quito.

Aunque este año los estudiantes del Colegio Mejía no organizaron el tradicional ‘Carnavalazo’ en la Alameda, los jóvenes estudiantes quedaron en libertad de hacerlo si lo quieren y optan por nuevas opciones para divertirse luego de terminar los exámenes quimestrales y pasar a estas cortas vacaciones.

Así lo afirma Stallin Cárdenas, estudiante del segundo de bachillerato del Mejía, al mencionar que con su grupo de amigos han organizado una comida luego de ‘la tortura’ de los quimestrales y ahí se darán su ‘chapuzón’.
“Ya depende de los chicos si quieren ir a jugar… son libres de hacerlo donde quieran. Esta vez El Mejía no organiza nada, sin embargo, cada uno con los ‘panas’ tiene su plan”.

Similar opinión tiene Priscila Valarezo, estudiante de décimo de básica del Colegio Santiago de Guayaquil. “Yo siempre caía a jugar a la Alameda. Ahora organicé en mi casa con mis primas y mis amigos, la idea es divertirnos un poco”, comentó.

El juego del Carnaval es parte de las tradiciones de la ciudad, sin embargo, hay ciertas ‘reglas’ impuestas en la calle por los mismos jóvenes. Melanie Pallares, del Colegio Cardenal de la Torre, detalla que está prohibido mojar a mujeres embarazadas, ancianos y niños pequeños. “No es agradable tampoco que una mujer pase con su hijo y le agredan. Por eso, la pauta es jugar entre quienes están involucrados”.

Pero quienes bromean con las bombas de agua confiesan que la sorpresa de un ‘baño involuntario’ es lo arriesgado del juego. “Es chistoso cuando al agua le llega al más descuidado”, dice Cárdenas.

Los padres apoyan esta actividad, siempre y cuando los involucrados en el juego mantengan el respeto entre sí. “Creo que este juego siempre busca la diversión. Es importante hacerlo con cuidado y precaución porque puede haber accidentes”, comenta Olger Gutiérrez, de 41.

Distintos elementos se ofertan en los negocios, los locales comerciales llenan sus vitrinas de espuma de carnaval, harina, huevos, picadillo, anilina, bombas y otros productos.

Hay botes de espuma de carnaval desde $1 hasta los $7, dependiendo del tamaño, la anilina de colores a 10 centavos y la funda de picadillo grande a $1.

“Son precios bajos y tenemos todo tipo de clientes. Desde niños de escuela hasta adultos… todos se divierten”, dice Marina Cáceres, comerciante del Centro Histórico. (MLY)

En la Carolina
° Los jóvenes del Central Técnico organizaron su propio evento carnavalero en el Parque La Carolina. “La idea es ‘pintar’ de amarillo, rojo y verde el parque y pasar un momento ameno con la música de la murga”, revela Jonathan Villacrez, estudiante de esta institución.

Comenta que el juego del Carnaval está abierto para todos los que quieran ‘pasarla bien’. “Los bombos pondrán el toque a la tarde y la alegría la ponemos los centralinos”, dice.