El Mayorista es un gran punto donde confluye la migración

COTIDIANO. Cargadores, comerciantes y vendedores ambulantes dan vida al centro de abastos.
COTIDIANO. Cargadores, comerciantes y vendedores ambulantes dan vida al centro de abastos.

A la 01:00, José Prado, de 29 años, llega al Mercado Mayorista, en el sur de la ciudad. Su trabajo varía conforme avanza el día. Puede cargar productos desde los camiones, acomodar mercadería en las bodegas o atender un puesto de sandías.

Desde que dejó su último trabajo, en Conocoto, en el suroriente del Distrito, el Mayorista se convirtió en el centro de las actividades que le permiten mantener a su esposa y sus dos hijos pequeños.

Prado es venezolano y llegó al país, hace año y medio, por la dura crisis económica y política que enfrenta su nación. Pese a que le ha resultado difícil salir adelante, con sus actuales labores consigue pagar los servicios básicos y arriendo de su hogar. La carga laboral que soporta también le permite contar con dinero suficiente para comprar los útiles que sus hijos necesitan para sus estudios. Su historia la comparten otros trabajadores que han llegado a Quito como consecuencia de migraciones internas (de provincias a la capital) y externas.

Esto lo sabe Johan Peña, de 34 años, quien es el peluquero de comerciantes y usuarios del centro de abastos. Aprendió a cortar el cabello en Venezuela con su hermana, quien tenía una peluquería en su barrio. Ahora, con una máquina y una navaja en mano atiende a Sandel Bustamante, de 25 años. Trabaja a un costado del parqueadero de la zona de legumbres.

EL DATO
Unas 104,20 toneladas de frutas y legumbres donó el mercado para fundaciones en 2018.Peña, quien llegó al país hace ocho meses, también es albañil y sabe de electricidad, pintura y “todos los oficios que puedan hacerse en una casa”. A veces consigue encargos con paga, sin embargo, cuando no tiene trabajos pendientes llega al mercado a cortar el pelo de sus ‘clientes’ y completar para la semana. Esto le ha permitido conseguir lo mínimo para mantenerse y mandar algo de dinero a su familia.

Mientras una zona del mercado se convierte en una pequeña peluquería al aire libre, Gabriel Tálamo, de 21 años, espera pacientemente a que un camión requiera sus servicios. Es cargador y, a diario, se encarga de bajar los costales de papas de los camiones para entregarlos a los diferentes comerciantes del mercado. El oficio lo hace junto a su primo, con quien llegó hace dos semanas a Quito.

“Vine acá por recomendaciones. Es un lugar donde se tiene que trabajar duro para salir adelante”.

Movilidad humana
Aunque ahora hay vecinos venezolanos, el mercado Mayorista siempre ha acogido a quienes han llegado a la ciudad desde diferentes provincias.

Jennifer Manosalvas, reconoce esta realidad. Ella llegó desde Riobamba (Chimborazo), hace más de cinco años, para buscar nuevas y mejores oportunidades.

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locales hay en el mercado Mayorista.Cuando arribó a la capital, consiguió trabajos temporales atendiendo comercios, pero en ninguno ganó lo suficiente. Su experiencia en el campo, antes vivía en una parroquia rural, le permitió encontrar un nicho en el mercado Mayorista.

“Conocí a alguien que tenía un puesto. Primero me pidió que le ayudara. Luego fui metiéndome en el tema y emprendí mi propio local de papas y legumbres”.

Ya son tres años desde que tomó esta decisión, que le ha permitido “ganar lo suficiente para vivir cómoda”.

Manosalvas ha conocido a varios colegas que han migrado de otras provincias o países y han salido adelante en este emblemático mercado.

“En el mercado hay gente de la Costa, de la Sierra, de la Amazonía y hasta de otros países”, dice la comerciante al dar por sobreentendido que esta diversidad ha permitido activar y dinamizar la economía del centro de abastos. (ECV)