Francia vuelve a rezar

Manuel Castro M.

Como dicen los teólogos: los destinos de Dios son inescrutables. Francia, que ayer fue la hija predilecta de la Iglesia Católica, se volvió agnóstica, en su mayoría atea, al amparo de la diosa razón, que la manejan tan brillantemente sus hijos, siempre racionalistas, rebeldes. Pasaron los franceses del insigne poeta católico Paul Claudel, quien se dice hablaba con Dios por su prosa y poesía profunda, perfecta y mística, a Jean- Paul Sartre, pensador existencialista, irreverente y carismático, que encendió a todo un pueblo o al mundo, con sus ideas materialistas y revolucionarias, con algún tinte marxista.

Es curioso, Francia está llena de palacios, pero carece de reyes; de maravillosas iglesias, que carecen de creyentes nativos, pero que se llenan de turistas y de sabios expertos en arquitectura y arte; tienen su guillotina en un museo. Porcentualmente los más creyentes que viven en Francia son musulmanes, y de paso, los que más descendientes tienen, pues cada vez hay menos jóvenes -de los que canta la Marsellesa- en la Francia inmortal.

A raíz del incendio de una parte de la Catedral de Notre Dame, se han acordado de que la Iglesia es para la advocación de la Virgen María, más la preocupación mayor es porque se ha destruido un tesoro cultural de la humanidad. Los lamentos más deleznables son porque se ha afectado a maravillosas obras de arte, que al fin y al cabo son obras terrenales, que al olvido en que ha estado por parte de los fieles franceses de su Virgen, Nuestra Señora de París, a la que una vez su pueblo se consagró. Históricamente, la memoria ha vuelto porque en ese templo se coronó Napoleón y se santificó a Juana de Arco. La fe ha quedado postergada y ahora el daño se calcula en dólares.

Da esperanza lo dicho por el presidente Macron: ‘Notre Dame’ será reconstruida y será más bella. Pero más esperanza da ver a la población parisina cantando, con emoción y candor, a su Señora. Si dura cinco años dejarla más hermosa a esa Catedral, conmueve más que se recupere una fe de siglos, que no ha hecho mal a nadie y que es una expresión de espiritualidad e intensa religiosidad.

[email protected]