Confites endulzan la economía de 36 personas

FERIAS. Wanya ha participado en varias ferias locales e internacionales, donde ha dado a conocer sus productos.
FERIAS. Wanya ha participado en varias ferias locales e internacionales, donde ha dado a conocer sus productos.

Producir y vender un pasabocas saludable, que reemplace a la comida chatarra, es la misión de Wanya, un emprendimiento familiar que nació a partir de la venta de habas fritas y maní confitado. Hoy, tras más de 10 años de funcionamiento, este proyecto forma parte de la asociación Conferib, fundada por los idearios de Wanya, y da trabajo a 36 personas, quienes forman parte de esta organización.

Parte de su oferta se fundamenta en ‘snacks’ saludables elaborados con productos locales y técnicas tradicionales. Papa china frita, y chifles hechos con verde de la zona son dos de los productos estrellas que maneja Wanya.

La calidad y el sabor del producto ha generado que su mercado se expanda desde el Puyo, donde se ha mantenido su fábrica desde temprano en sus inicios, hasta zonas de Pichincha, Cotopaxi, Chimborazo, Guayas, Azuay, entre otras.

Este crecimiento, junto con la constante participación en ferias donde exponen sus productos, ha permitido que, hoy, Wanya sea un producto con miras de exportación. En la última feria en la que participó, Expo Europa 360, ya recibió varias ofertas de países europeos como Italia, España y Francia para comercializar el producto fuera del país. Sin embargo, las exigencias de preservantes y otros requisitos, por el momento, no le han permitido dar este paso.

FAMILIA. Joel Benítez y su madre, junto con otros miembros de su familia, asisten a ferias para dar a conocer su producto.
FAMILIA. Joel Benítez y su madre, junto con otros miembros de su familia, asisten a ferias para dar a conocer su producto.

Inicios
Todo empezó en Bucay (Guayas), donde la necesidad llevó a Edelina Villacís a ofrecer sus productos a vecinos, amigos y conocidos. Su objetivo principal era sostener un hogar con 10 hijos.

“Mi abuelita preparaba las habas y el maní todos los días y salía vender en las calles, plazas y parques de la ciudad”, cuenta Joel Benítez, su nieto.

EL DATO
Conferib es catalogada como asociación artesanal desde el 08 de enero de 2008.Eso le permitió conseguir lo mínimo para solventar los gastos de la casa y de la familia, mientras intentaban salir de la crisis. Con el pasar del tiempo el pequeño negocio familiar se dio a conocer por su “sabor tradicional y apetitoso” y la accesibilidad tanto por precios como cercanía para adquirir estos antojitos. De ese momento ya no era raro que la gente vaya a timbrar la puerta de la casa de su familia para pedir un ‘snack’ para el momento.

Esto les impulsó a abrir su primer local, en el que distribuyen sus productos hasta la actualidad. Allí vendían todos los productos que producía e, incluso, decidieron experimentar con nuevos ingredientes.

En este punto, lo que marcó la expansión de este pequeño emprendimiento fue la mudanza al Puyo. El cambio de domicilio de Joel y su familia los incentivó a expandir su negocio y, como lo dice, pensar en grande.

Público. La oferta llama la atención de los consumidores, tanto en Ecuador como en el exterior.
Público. La oferta llama la atención de los consumidores, tanto en Ecuador como en el exterior.

Expansión
Todo se fabricaba en varios espacios que la familia había acoplado dentro de su hogar para la manufactura de los ‘snacks’.

El uso de nuevas materias primas, según explica Benítez, “fue lo que generó la idea de expandirnos más allá de la tiendita del barrio y pensar en competir con un producto que refleja nuestra identidad”.

Parte de su proceso de crecimiento inició cuando decidieron llevar el proyecto un paso más arriba y organizar Conferib, una asociación que junta a un total de 36 socios de productores artesanos que trabajan en conjunto para elaborar sus productos. Benítez explica que este resultado les ha costado varios años de trabajo y dificultades.

Detalla, pese a esto, que las asociaciones con Organizaciones no Gubernamentales, que les han acompañado en su proceso de producción, han sido de vital importancia.

Sus logros se han visto reflejados en su forma de producción actual. Según cuenta Benitez, parte de sus proyecciones plantean la construcción de una planta de manufactura eco responsable en Puyo. “De esta forma podríamos llevar la idea de Wanya al mundo”. (ECV)

Legado Familiar
° Joel Benítez relata que su especialidad, desde que empezó a ayudar con el negocio, fue la de freír las habas. Incluso, hasta la actualidad, es el indicado para continuar con este trabajo, debido a la experiencia que ha desarrollado.

Cuenta, además, que parte de su aporte, cuando era niño, se veía reflejado también en las ventas. “Vendía habas y maní en el colegio para ayudar a mi familia”. Esto, de hecho, provocó que sus compañeros lo apodaran como ‘Habitas’.

Hoy Joel, muy orgulloso, recuerda esta anécdota que, según cuenta, refleja parte de su identidad.

“Aún mis amigos me dicen ‘Habitas’ y no me molesta; de hecho, todo lo contrario”, explica. “Si no era por las habas no estuviéramos donde ahora estamos”.

Pese a que hoy, el pequeño negocio que nació de la idea de una madre en crisis, luce más “como una empresa con miras de exportación”; el legado y la tradición se mantienen tanto en el negocio como en la familia.

Esto, según cuenta Benítez, le ha permitido sentirse identificado con lo que hoy es Wanya.