‘Mi Caleta’ protege a los niños

COMPAÑÍA. Cristian (izq.) y Ariel leen mientras esperan el almuerzo.
COMPAÑÍA. Cristian (izq.) y Ariel leen mientras esperan el almuerzo.

La casa del proyecto salesiano acoge a chicos que no pueden permanecer con sus familias por órdenes judiciales.

Por ‘Mi Caleta’ han pasado cientos de vidas. Han rondado por el patio, las oficinas y los corredores que aún conservan algunas de sus fotos. Siguen jugando en las habitaciones y subiendo por las escaleras de madera, en las que Cristian se detiene para resbalarse por el pasamano.

En uno de los salones del segundo piso de la casa, sus compañeros juegan y conversan de las actividades que hicieron esa mañana, cuando fueron al parque Cumandá. Algunos llevan más tiempo que otros pero todos saben que este es un lugar de paso, que se irán cuando un juez ordene que pueden volver con su familia o que a los 15 años se mudarán a otro sitio.

Cristian tiene 12 y lleva ahí cuatro años. Dice que no recuerda mucho de sus primeros días, pero durante ese tiempo ahí ha tenido amigos como Alex, quien tuvo que trasladarse a otra casa por su edad. A pesar de que quiere volver con su madre, no sabe de fechas.

COTIDIANIDAD. En ‘Mi Caleta’ los niños juegan durante las vacaciones.
COTIDIANIDAD. En ‘Mi Caleta’ los niños juegan durante las vacaciones.

Proyecto
Como un proceso lento, así define al programa que lleva a cabo ‘Mi Caleta’, José Ruiz, director de la fundación proyecto salesiano ‘Chicos de la Calle’. Explica que los chicos que viven ahí fueron enviados por la Dirección Nacional de Policía Especializada para Niños, Niñas y Adolescentes (Dinapen) por orden de la Justicia.

En un contexto en el que 47 niños requieren auxilio de la Policía todos los días, a escala nacional según la Dinapen, ellos deben permanecer ahí mientras se realizan las investigaciones de su caso y se determina si pueden o no volver a sus hogares. Hace más de 40 años cuando nació la casa de acogida con el nombre de ‘Galpón’, la dinámica era diferente, los educadores eran quienes llevaban a los chicos que estaban en la calle para que vivan ahí.

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niños fueron atendidos por la Dinapen por maltratos físicos o sicológicos en 2018.La capacidad máxima del lugar es de 13 personas y actualmente ahí viven 6 chicos menores a 15 años. Su vida transcurre entre el colegio y las actividades extracurriculares de la tarde. Van a la Unidad Educativa San Patricio, también de los padres salesianos, hasta tercer curso y luego pueden tomar talleres de carpintería, mecánica u otras especialidades técnicas en la Junta del Artesano.

Sin embargo, en las vacaciones ocupan su tiempo en talleres vacacionales y en los campeonatos de fútbol que se realizan cada año y finalizaron la primera semana de agosto. Según Ruiz, sacerdote salesiano, lo ideal es que en un año ya se pueda saber el futuro de cada chico. Los miembros del equipo de sicología y trabajo social realizan las investigaciones para determinar la mejor opción.

Durante los años, las experiencias han sido diversas. Uno de los casos exitosos que recuerda el salesiano es el de un muchacho que estuvo en ‘Mi Caleta’ desde los 8 hasta los 15 años. Como no pudo volver con su familia, lo trasladaron a Ambato, donde existe un proyecto en el que preparan a los chicos para su independización a los 18 años.

Ahora él es uno de los educadores que recorren las calles en el programa ‘Acción Guambras’ que trabaja para erradicar el trabajo infantil.

Ruíz también recuerda casos difíciles. Uno de ellos es el de un chico que no quiere permanecer en la casa y se escapa todo el tiempo. Para él quizá la solución sea reubicarlo en otro lugar. Precisamente, ese día salió y no lo han visto pero la Dinapen lo llevará de regreso, siempre pasa.

Para todos ahí, es una lucha diaria por reeducar a los chicos que han atravesado por problemas como violencia familiar o abandono.

ACTIVIDAD. Dos de los chicos que viven en ‘Mi Caleta’ ordenan la mesa.
ACTIVIDAD. Dos de los chicos que viven en ‘Mi Caleta’ ordenan la mesa.

Situación
‘Cristian’ es conversón y hace preguntas sobre todo lo que ve. Le interesa saber cómo se imprimen las fotos en los periódicos y cómo funcionan las grabadoras de audio. Quiere ser bombero porque le gusta ayudar a la gente.

Lo que recuerda de su niñez es que su mamá le pegaba pero no le gusta hablar mucho del pasado. Cuenta que vivía en San Roque y que tiene cuatro hermanos que continúan con su madre. Después, Soledad Soto, encargada de comunicación del proyecto, le preguntará con una sonrisa si dijo la verdad, porque suele ser creativo en sus respuestas.

Mientras tanto, su historia, sus sueños y sus retos siguen quedándose entre las paredes de la casa que se construyó hace más de 50 años y que ha recibido a cientos de niños y han marcado su historia. (PCV)