El tráfico activa un dulce negocio en el centro de Quito

SABORES. Los helados se presentan en sabores de mora y vainilla y chocolate y vainilla.
SABORES. Los helados se presentan en sabores de mora y vainilla y chocolate y vainilla.

Es una estrategia de marketing propiciada por varios factores, como el precio, la ubicación y la simpatía.

Es el tramo de calle más dulce de Quito, donde los helados de mora y chocolate emergen desde las dos aceras, como un canto de sirenas que pone en jaque a las cinturas de los quiteños. Comienza cuando la Avenida 10 de Agosto pierde su nombre y comienza la Guayaquil (de norte a centro), en la parada de trolebús Hermano Miguel, cuando nos adentramos en los dominios del Casco Colonial.

A día de hoy son ya siete empresas que ofrecen los famosos ‘helados soft’, también llamados ‘helados de máquina’, en un espacio de no más de tres cuadras. Los han colocado en tiendas de alimentos, en cevicherías e incluso en una tienda de tarjetas y peluches. Cualquier rincón es bueno para sumarse a esta nueva ‘gallina de los huevos de oro’.

Negocio tradicional

Al contrario de lo que muchos creen, estos helados se podían conseguir en el Centro Histórico desde hace más de 30 años, específicamente en la plaza del Teatro, la plaza de la Independencia y en un par de puestos de esta misma calle (Guayaquil); sin embargo, hasta hace unos cuatro años pasaban sin pena ni gloria frente a los paladares ecuatorianos..

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de cada 10 helados se venden a los conductores de carros.Uno de estos locales todavía existe, era el antiguo Restaurante Colonial, hoy transformado en la flamante Heladería Himalaya. Su dueño, Víctor Hugo Parreño, es el responsable de este nuevo ‘boom’. “Mira, esta es la máquina de mi suegro”, explica indicando una máquina de helados que ya no funciona, “debe tener unos 30 años, mínimo”, añade.

Durante muchos años este emprendedor de 52 años vendía unos 10 o 12 helados a la semana. Harto de las crisis económica y de un preocupante descenso de ventas, a principios de 2014 optó –un poco a la desesperada-, por coger un cono e ir directamente a los carros que estaban parados por los habituales ‘trancones’. “Al principio, mi esposa me decía que ‘qué hacía, que si estaba loco, que era una vergüenza’, pero yo lo vi como una manera diferente de vender, una nueva estrategia de marketing. Ese día vendí unos 10, estaba muy feliz, no me lo podía creer”, comenta emocionado.

IDEA. Víctor Hugo Parreño es la persona que se le ocurrió ofrecer los helados a los conductores.
IDEA. Víctor Hugo Parreño es la persona que se le ocurrió ofrecer los helados a los conductores.

Estrategia de marketing

Luego en su incipiente estrategia de marketing, pensó en poner a una chica bonita a vender. “No es algo nuevo, lo hacen en el boxeo, en las carreras de carros, me pareció una buena idea. He tenido chicas ecuatorianas, colombianas, hasta españolas. Para mí lo único importante es que sepan vender bien, que sean simpáticas y traten bien a los clientes”, explica.

A escasos metros está Deli Gourmet del Tío, donde también venden este suculento helado. Jorge Guadalupe lleva en total 17 años en esta concurrida calle dedicado a la hostelería, pero solo un año con su nuevo emprendimiento. “Yo creo que el éxito se debe a su precio económico, a la ubicación, ya que es una zona por donde cada día pasan miles de personas, donde también hay muchos ‘trancones’ y, finalmente, por el sencillo funcionamiento de las máquinas”, resume.

HIGIENE. Los helados están hechos de manera artesanal y se sirven de inmediato a los compradores en sus autos.
HIGIENE. Los helados están hechos de manera artesanal y se sirven de inmediato a los compradores en sus autos.

Sistemas de producción

Hay dos tipos de máquinas, una de la marca norteamericana Taylor, que tienen un precio entre los 15.000 y los 23.000 dólares, conocidas por su calidad y eficiencia. También hay otras chinas, que se adquieren por unos 6.000. Los vendedores califican los locales entre los de “las máquinas chinas y las gringas”. Los helados se hacen de una sencilla y artesanal manera. Contienen básicamente leche, azúcar y mora en un caso, y esencia de vainilla o chocolate en el otro. La máquina, gracias a un proceso químico, le da esa sugerente silueta.

Pero este no es el único lugar donde se venden helados. Como afirma Parreño, “a los ecuatorianos les gusta mucho copiar” (refiriéndose a que su local fue el primero), y la venta de helados se ha extendido por la ciudad. En la calle Colón, en la Avenida 10 de Agosto en su confluencia con la Avenida de las Naciones Unidas la venta ha proliferado considerablemente, sobre todo en el último año y medio.

A pesar de que el señor Guadalupe está contento con las ventas, unas 200 helados al día entre semana y unos 300 durante el fin de semana, se lamenta del trato que reciben del Municipio. “Nosotros estamos fomentado el comercio, la economía, damos trabajo a decenas de personas, vendedores, proveedores, meseros y en lugar de ayudarnos, el Municipio nos pone obstáculos. En los últimos cuatro meses me pusieron tres multas por venderle a la gente en los carros, cuando no hacemos ningún mal, deberían perseguir otros problemas más graves del barrio, como la prostitución o la venta de alcohol ilegal, que se hace muy cerca de aquí a la vista de todos”, comenta muy enojado.

Es la hora del almuerzo, una de las ‘horas pico’ (la otra es al final de la jornada laboral) y un nutrido grupo de personas devoran con pasión los famosos helados del centro. Las caras sonrientes de la muchedumbre ataviada con su dulce es la viva estampa de la felicidad, además de un nuevo icono de este tradicional barrio. (MAP)