Un libro a la altura de Nicolás Kingman

Prolífico escritor y político comprometido, Nicolás Kingman fue un perspicaz testigo del siglo que vivió. Durante veinte años, dirigió La Hora. Un libro le rinde justo y oportuno homenaje.

Durante varios años, Diego Alberto Martínez tuvo la sensación de que la producción cultural ecuatoriana estaba en deuda con Nicolás Kingman, su abuelo. No existía aún una obra que ofreciese un retrato a la altura de la vida plena, intensa y polifacética de aquel hombre. Así, hace nueve años comenzó a trabajar en un libro que ahora , finalmente, ha visto la luz y que permite apreciar los tiempos y las creaciones de Kingman en su verdadera magnitud.

La obra se titula “El Nicolás Kingman y la novela que no fue”. Abarca los diferentes aspectos de la vida del escritor. Narra, de una forma tan minuciosa como conmovedora, sus primeros años, cuando una secuencia de tragedias y apuestas desafortunados dejó a su familia—su madre sola, con él y otros cuatro hermanos— sumida en la pobreza.

Vocación nacional

No obstante, la calamidad significó que tuviesen que moverse por todo el país —Loja, Quito, Guayaquil— y resultaría definitivo, al igual que sus posteriores desplazamientos a la Amazonía, para que Kingman terminase siendo un personaje verdaderamente nacional, con relaciones en las diferentes regiones y capaz de entender plenamente la mentalidad y las particularidades de cada una. Implicó también crecer cerca de la positiva influencia de su madre, Rosa Riofrío, una incansable trabajadora dueña a la vez de una vasta cultura y una pasión por las artes que se encargó de transmitir a sus hijos. Creció también apreciando la sociedad desde dos perspectivas muy diferentes que enriquecerían definitivamente su obra; la de blanco educado, por un lado, pero por el otro la de la pobreza.

Tanto en Quito como en Guayaquil, Kingman —que terminaría siendo considerado el último sobreviviente de la Generación de los 30— tuvo la fortuna de conocer de cerca a varios de los principales autores y pensadores del siglo pasado, desde Pablo Palacio y César Dávila, hasta Enrique Gil Gilbert y Joaquín Gallegos Lara. La convivencia cercana con todos ellos le permitió nutrirse intelectualmente y acumular una serie de anécdotas que el libro recrea hábilmente. Además de sus novelas “Dioses, semidioses y astronautas” y “La escoba de la bruja”, Kingman fue prolífico en cuentos y crónicas. Su producción periodística abarcó varias décadas de los hechos públicos del país.

Sabio alegre

Bohemio incorregible, verdadero maestro de la conversación y agudo observador, Kingman se veía a sí mismo también como un estudioso de su tiempo y de su ciudad. Su vida estuvo repleta de episodios memorables con personajes únicos, como Luis “El Terrible” Martínez, Diógenes “El Monstruo” Paredes y decenas más. Rememorar esas anécdotas permite hacerse una imagen del Quito, tan diferente, de aquella época.

El libro también aborda otra de las grandes facetas de Kingman, la política. Socialista convencido, fue elegido varias veces diputado y la organización de sindicatos fue parte importante de todo empleo que ocupó.  Hasta sus últimos días, siguió con detenimiento el acontecer político nacional. Su vocación de servicio y honestidad a toda prueba fue siempre reconocida tanto por sus aliados como por sus opositores.

Parte importante de “El Nicolás Kingman y la novela que no fue”, escrita en primera persona por Martínez, es el proceso de redescubrimiento del autor y de la ciudad, y de reencuentro entre abuelo y nieto. Kingman, pese a sus generosos excesos, vivió 99 años. La clave para ello, según el autor, fue la alegría, la capacidad de encontrar en cualquier situación un motivo para reír y celebrar. Pese a las dificultades, siempre se mantuvo, a diferencia de muchos, a una sana distancia del poder. “Don Nico” fue siempre, ante todo, auténtico.

Un proyecto ambicioso

“El Nicolás Kingman y la novela que no fue” es un libro de tapa dura, a todo color, en formato grande e incluye decenas de fotos invaluables de los personajes de la época. El libro fue producido por el Taller de Creación Nicolás Kingman y delata una cuidadosa edición. Gran parte de la investigación y de las entrevistas, incluso con el propio Kingman, fueron filmadas y se espera que el material de pie también a un documental en un futuro próximo.