Un héroe que no deja de luchar

César Hugo Arandi Morillo tenía 48 años cuando tomó la decisión más difícil y valiente de su vida. “La economía tan frágil que mantiene el país”, lo obligó a dejar lo que más quería, su familia.

Con sus maletas hechas y dejando la mitad de su vida atrás, Hugo Arandi forma parte de los millones de migrantes internacionales que salen de sus países en búsqueda de mejores oportunidades.

Este ecuatoriano, casado, padre de familia de dos niñas y migrante, solía trabajar como Ejecutivo de Ventas para Corporación Maresa. Y hace un año seis meses que migró a España junto con su hija mayor, Indira, quien recientemente cumplió 21 años.

Hoy en día, se dedica al cuidado de personas de la tercera edad. Es un trabajo «21/7», que le ha otorgado la oportunidad de sustentarse en el país Europeo.

Su día empieza a las 02:30 (Hora España) cuando revisa a Emiliano, el abuelo al que cuida. Después, alrededor de las 05:00 revisa los inhaladores, para luego, alrededor de las 08:00 levantarse y empezar oficialmente su rutina.

Durante su jornada laboral, se encarga de administrar los medicamentos y realizar una rutina de ejercicios a su paciente. Actividades como pasear, alimentarlo, darle una ducha e incluso, encargarse de sus siestas, forman parte del itinerario de este ecuatoriano. Un trabajo «muy duro» que le brinda un respiro de 18:00 a 19:00.

A pesar de que la relación con su hija es «muy corta y limitada», debido a los pocos días libres que tiene al mes, cuando se ven, «lo aprovechan al máximo». Durante sus días de descanso, Hugo disfruta andar en bicicleta y conocer los alrededores. Con orgullo, dice que si pudiera regresar el tiempo y escoger a alguien para acompañarlo en su aventura, lo volvería a hacer con Indira, pese a que dejar a su esposa e hija pequeña en Ecuador dividió su corazón.

Uno de los principales retos a los que se ha enfrentado como migrante ha sido el tener que empezar de cero y adaptarse a una nueva cultura. “Muchas veces el ocultar tus lágrimas con una sonrisa y no dejar que el dolor de haber dejado tu vida entera te invada, es difícil». Pero saber que en algún momento podrá reunirse nuevamente con su esposa e hija pequeña, le reconforta y lo motiva a seguir adelante.

Cuenta que «la sociedad es la machista», ya que «muchos lo tildaron de cobarde al migrar, y no poder seguir luchando en Ecuador”. Pese a esto, este padre de familia asegura que «un país que no vela por los intereses de los ciudadanos y que está lleno de corrupción, no es un lugar digno para vivir». Así mismo, Arandi ha encontrado en Europa, una sociedad que «te abre las puertas, te da la mano» pero que en ocasiones «es racista y discrimina».

Por ahora, Hugo e Indira no piensan volver. Y con la esperanza de pronto reencontrarse con su familia, han hecho de España un lugar donde pueden realizar sus sueños, porque «aunque sea duro, no es imposible».