La crisis impide ver beneficios de los acuerdos comerciales

Malestar. La crisis potencia el descontento de una sociedad que demanda resultados inmediatos, como en junio de 2022.
Malestar. La crisis potencia el descontento de una sociedad que demanda resultados inmediatos, como en junio de 2022.

Los políticos siempre tienen más incentivos para no hacer cambios estructurales porque esos generan pérdida de apoyo popular.

En la realidad de crisis que enfrenta Ecuador, las reformas estructurales son mal vistas y difíciles de asimilar. Ese es uno de los principales problemas del Gobierno de Guillermo Lasso, el cual impulsa 10 acuerdos comerciales que no se pueden negociar e implementar a corto plazo.

Lo mismo ocurre en temas de empleo y crecimiento económico, que en un país como Ecuador dependen de reformas estructurales que nunca son inmediatas. Para lograr cambios en los ámbitos laboral o de inversiones se necesitan consensos sociales y políticos, pero esa tarea se pone cuesta arriba en momentos de angustias económicas y sociales.

Renato Viteri, economista e investigador, explica que “en épocas de crisis siempre es más rentable para los políticos en la oposición ahondar los problemas; y para los gobernantes es fácil paralizar los cambios en aras de apagar incendios y poner parches”.

De acuerdo con Benítez, el Gobierno de Lasso no ha sabido encontrar un punto medio entre lo inmediato y los cambios estructurales. Esto afecta la percepción de su gestión frente a una población que demanda empleo, inversión privada, obra pública y seguridad.

Juan Luis Jiménez, PhD en economía, puntualiza que, en la mayoría de los casos, los ciudadanos asumen que sus problemas actuales son un resultado exclusivo de las acciones del Gobierno en ejercicio, sin tomar en cuenta que tanto lo bueno como lo malo toma tiempo en sentirse en su vida diaria y en su bolsillo

“Los Gobiernos deben evitar el cortoplacismo y realizar las liberalizaciones y reformas que la sociedad necesite, no para el corto plazo, sino las que mejoren el largo plazo. Y, a la par, debe explicar los beneficios que reportarán a la sociedad”, añadió.

En el punto de la explicación de los beneficios es donde más falla el Gobierno de Lasso. Un ejemplo, precisamente, es que menos del 40% de los ecuatorianos entiende el aporte al crecimiento y al empleo que tienen los acuerdos comerciales o una reforma laboral. Tampoco comprende por qué se necesita menos déficit fiscal (más gastos que ingresos) para atraer inversiones y evitar más impuestos a futuro.

Medidas impopulares

Según un estudio del National Bureau of Economic Research (NBER), que es una organización estadounidense sin fines de lucro enfocada en la economía y el desarrollo, las reformas de corte liberal son en la mayoría de los casos castigadas por la ciudadanía y los votantes porque no generan resultados inmediatos. El estudio analizó 90 países, incluido Ecuador, desde mediados de la década de 1970.

Esas reformas, que incluyen cambios estructurales para hacer más eficientes procesos e instituciones, consisten en ampliar las opciones de comercio, quitarle poder a un sector público ineficiente y crear más competencia. A largo plazo, generan crecimiento económico, pero los políticos siempre tienen más incentivos para no hacerlos.

Juan Luis Jiménez, PhD en economía, explicó que, aunque esos cambios generan más riqueza y bienestar, es decir les hace bien a los países, sus resultados son graduales y los ciudadanos no tienen paciencia para esperarlos, menos aún cuando hay crisis.

En otras palabras, justamente cuando más se necesitan es cuando menos incentivos existen para hacer transformaciones, explica Norma Benítez, economista

Eso también ocurre cuando hay elecciones cerca. En esas coyunturas, el gasto público en muchos casos se dispara para dar la imagen de bonanza y esconder los problemas estructurales.

Eso sucedió entre 2016 y mediados de 2017 en Ecuador. En ese periodo se generó un déficit de más de $16.000 millones para ganar la elección presidencial. (JS)

Los efectos de cambios estructurales tardan al menos dos años en sentirse desde su implementación.

Ejemplos de reformas positivas

Dolarización. Desde el 9 de enero de 2000, cuando el expresidente de la República, Jamil Mahuad, anunció que Ecuador adoptaría al dólar como su moneda, hasta que los efectos de la medida se sintieran con fuerza en el bienestar de las personas pasaron entre dos y tres años.

El cambio de esquema monetario necesitó reformas legales, consenso, apoyo social y una mirada de mediano y largo plazos. Como resultado, el país se libró del riesgo de hiperinflación; los políticos dejaron de tener el poder para emitir moneda para cubrir gasto público irresponsable. Así, invertir y endeudarse para una casa, u otro tipo de bienes se volvió accesible a un mayor porcentaje de la población.

Acuerdo comercial con la Unión Europea. A pesar de las visiones apocalípticas que aseguraban que el tratado de comercio quebraría a la economía agrícola y de las pequeñas empresas, los resultados luego de más de cuatro años de vigencia se resumen en lo siguiente: más ofertas de productos a más bajos precios; más del 70% de las empresas exportadoras ecuatorianas que se han beneficiado son micro y pymes; se han abierto oportunidades para productos que antes no estaban en la oferta exportable nacional como aguacate, super foods, frutas exóticas, entre otros.

Oleoducto de Crudos Pesados (OCP). Según el exministro de Economía, Mauricio Pozo, este proyecto de infraestructura, de la mano de reformas para destrabar procesos, crear estabilidad fiscal y fondos de ahorro, e incluso abrir las puertas a más actividad privada, provocaron que el crecimiento económico promediara casi el 5% anual entre 2001 y 2005.

Cambio estructural del SRI. Hasta mediados de la década de 1990, la dirección de rentas era una de las instituciones más corruptas e ineficientes de Ecuador. La reestructuración comandada por Elsa de Mena transformó y profesionalizó la recaudación de impuestos en el Ecuador, permitió incrementar sustancialmente los ingresos del Estado y sentó las bases de cambios futuros.